A todos mis amigos foreros, y en especial a DULCINEA, os trasmito este suceso como penitencia por mi despiste sobre la fiesta del Sto. Cristo y también como ejemplo de que esta clase de fallos se dan en todos los escalones sociales.
Se que no es un trabajo literario como para echar cohetes, pero en fin, el que hace algo, es evidente de que hace algo mas que nada
Espero que mi nunca bien ponderada representante literaria pueda vender los derechos con algún provecho, aunque este sea muy mermado.
Con el afecto que bien os habéis ganado.-
Eduardo
EL NOKIA
Lo que voy a contaros, dicen que está basado en un hecho real, así me lo aseguró quien hace ya tiempo me relató el suceso, pero si me pedís sincera opinión, os diré que yo prefiero y quedo tranquilo con asegurar que es un cuento, en ultimo extremo que sea lo que mis queridos lectores quieran.
Mi personaje, era ciudadano de la alta sociedad, empresario envidiado por sus aciertos económicos en el selecto mundo de los negocios, en los que solo participaba cuando era segura una buena rentabilidad, y por supuesto siempre buscando beneficios aparentemente “”éticos”” pues si de esto ultimo había duda, sabía mil formas de encauzarlos a través de testaferros sin por ello mermar sus ganancias, ya que individuos para esto último evidentemente no le faltaban.
Fue autodidacta, aunque para adornar su curriculum-vite, ya de hombre maduro se matriculó en afamada escuela de pensamiento católico e ideas ultra conservadoras, altamente especializada en negocios crematisticos. Hizo más faltas que asistencias, pero pagó generosas facturas y arrampló vistoso diploma.
Su religiosidad y cumplimiento de las pías obligaciones religiosas eran ejemplares. Cristiano viejo que diría el clásico.
Marido amantísimo de esposa nacida en cuna de clase media, tan elegante ella en su porte, como marujona en su escaso quehacer diario.
Tuvo vástagos; católicamente engendrados y nacidos de tan bienpensante pareja. Todos ellos criados y educados con el mayor esmero y con la más edificante ejemplaridad matrimonial, no desentonando en los selectos círculos frecuentados por nuestro protagonista.
¿La edad de quien os hablo?. Rebasaba la cuarentena pero algo le quedaba hasta la cincuentena.
¡En lo mejor de su vida!.
Se que no es un trabajo literario como para echar cohetes, pero en fin, el que hace algo, es evidente de que hace algo mas que nada
Espero que mi nunca bien ponderada representante literaria pueda vender los derechos con algún provecho, aunque este sea muy mermado.
Con el afecto que bien os habéis ganado.-
Eduardo
EL NOKIA
Lo que voy a contaros, dicen que está basado en un hecho real, así me lo aseguró quien hace ya tiempo me relató el suceso, pero si me pedís sincera opinión, os diré que yo prefiero y quedo tranquilo con asegurar que es un cuento, en ultimo extremo que sea lo que mis queridos lectores quieran.
Mi personaje, era ciudadano de la alta sociedad, empresario envidiado por sus aciertos económicos en el selecto mundo de los negocios, en los que solo participaba cuando era segura una buena rentabilidad, y por supuesto siempre buscando beneficios aparentemente “”éticos”” pues si de esto ultimo había duda, sabía mil formas de encauzarlos a través de testaferros sin por ello mermar sus ganancias, ya que individuos para esto último evidentemente no le faltaban.
Fue autodidacta, aunque para adornar su curriculum-vite, ya de hombre maduro se matriculó en afamada escuela de pensamiento católico e ideas ultra conservadoras, altamente especializada en negocios crematisticos. Hizo más faltas que asistencias, pero pagó generosas facturas y arrampló vistoso diploma.
Su religiosidad y cumplimiento de las pías obligaciones religiosas eran ejemplares. Cristiano viejo que diría el clásico.
Marido amantísimo de esposa nacida en cuna de clase media, tan elegante ella en su porte, como marujona en su escaso quehacer diario.
Tuvo vástagos; católicamente engendrados y nacidos de tan bienpensante pareja. Todos ellos criados y educados con el mayor esmero y con la más edificante ejemplaridad matrimonial, no desentonando en los selectos círculos frecuentados por nuestro protagonista.
¿La edad de quien os hablo?. Rebasaba la cuarentena pero algo le quedaba hasta la cincuentena.
¡En lo mejor de su vida!.