Ofertas de luz y gas

VILLAREJO DE FUENTES: calculado por los “organizadores” fallaba o la inquietud...

calculado por los “organizadores” fallaba o la inquietud de los “clientes” adelantaba su presencia.

Comprenderéis, que por mi edad de entonces nada puedo contaros sobre la calidad del servicio que se prestaba y la satisfacción de la clientela.

Si que me llegaban noticias de que alguna casada un tanto bravía, la noche que había “animadoras”, intentaba hacer valer su derecho de fidelidad, y las más de las veces esta defensa concluía con un bofetón del gañan, o la cosa aún llegaba a peores adornando con ostensibles hematomas la cara de la esposa, que como condecoraciones ganados en la inútil defensa de promesas conyugales, exhibía al día siguiente como heridas del desigual combate matrimonial, clamando una vindicación que nunca lograba.

Y la cosa, pasada una semana volvía por sus cauces y olvidos.

Dicen; a saber si era verdad, que antes de la “representación” los encargados de la organización, citaban discretamente para presentar a sus pupilas a las autoridades locales, para que si apetecían y con eso callaran y consintieran, que pudieran elegir hembra y ser servidos en cama de posada, sin necesidad de pago ni otra prebenda que la de olvidar y mirar para otro lado horas después.

Al día siguiente, apaciguada la lujuria de los gañanes locales, cada uno por su lado, la artística compañía desaparecía sin dejar más rastro que diez matrimonios del pueblo mirándose con indisimulado rencor, algún comentario en las tiendas locales sobre los moratones de tal o cual vecina y la repetida aclamación de viejas “Ha donde vamos a parar si se consiente este puterío”. Que por supuesto se consentía y cuya repetición solo era cuestión de nueva fiesta o cosecha.

Y D. Gumer el cura, sufriendo por su pecadora feligresía, pero en mérito de su integración vecinal y no queriendo perder compañeros de inocente mus o chamelo, sé hacia el ignorante en lugar sagrado, y soportaba en confesionario el desvarío de beatas celosas.

También se sabe que la paupérrima farmacia local en los días siguientes despachaba sus contadas dosis de permanganato y Aceite Inglés, remedios acreditados para la prevención de contagios venéreos y eliminación de las saltarinas ladillas que habían elegido por ser más mugriento, más mullido, y por ende más nutritivo el hogar que les ofrecía la rustica clientela masculina.