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VILLAREJO DE FUENTES: Continuó - Ha llegado nota, remitida por la Reverenda...

Continuó - Ha llegado nota, remitida por la Reverenda Madre Superiora de las Hermanitas de la Caridad, suplicando sea recibida con urgencia en audiencia la Hermana Nieves que se presentará acompañada de otra monja de la misma congregación, junto a la solicitud hay un comentario de su Eminencia el Obispo General Castrense que simplemente dice.. “Se me ha informado debidamente de que la Madre Superiora de las Hermanitas de la Caridad solicita ser recibida en audiencia, queda su concesión al mejor criterio y caridad de su Excelencia”

- ¿Y quien es esa Hermana Nieves?

- Por las averiguaciones de la Segunda BIS es una religiosa que ahora está en el convento de las Hermanitas de la Caridad de Valencia, nacida en Mugardos y que ingresó en la orden en 1902 a la edad de 13 años, ha venido ejerciendo de enfermera en hospitales militares, la primera vez en la campaña de El Rif, no se le conocen actividades ni relaciones fuera del convento o de los enfermos y heridos que trata en los hospitales, se sabe que por actos heroicos en el cometido de su labor sanitaria en el ejercito nacional tiene concedidas tres condecoraciones relevantes.

- Continuó - La última de estas medallas ellas fue otorgada en los últimos días de la guerra por su Excelencia a propuesta del Señor General Aranda por los servicios prestados al Ejercito del Maestrazgo.

- Hay otra otorgada por el Estado Mayor de las Fuerzas Expedicionarias Italianas recompensando la asistencia heroica a los soldados italianos heridos durante la batalla de Guadalajara.

- Querrás decir durante la bochornosa desbandada de los italianos por Guadalajara.

- Y por ultimo el primero de estos reconocimientos le fue concedido por S. M. Alfonso XIII allá por 1916 por su abnegada labor en el hospital de sangre del campo de batalla de El Buitz.
- Disculpe Excelencia pero: ¿No tuvo su Excelencia una actuación destacada en aquellas operaciones? – Se atrevió a preguntar el edecán.

- ¿Y como dices que se llama?

- La presentan como Hermana Nieves, Excelencia

- No es que tuve una actuación destacado, es que llevé el mando de todo un operativo, por que mi superior cayó muerto en un paqueo previo a nuestro ataque y debí hacerme cargo del mando de todo el tabor así como de las restantes fuerzas sin esperar confirmación del Estado Mayor, incluso fui herido de gravedad y me negué a ser evacuado a Ceuta. ¿Sabes que recompensa recibí por aquella heroicidad y por aquella herida que a punto estuvo de acabar con mi vida?. ¡Ninguna!, la partitocracia masónica siempre es corrupta e indolente y premia antes a los aduladores que a los que ofrecemos y entregamos nuestra sudor y nuestra sangre por la Patria..... Si.... si creo que recuerdo a la tal Hermana Nieves, entonces la llamábamos Sor Nieves y era la monja más impertinente que jamás he conocido, con el cuento de que era gallega, de.... Mugardos.... creo que dijo de Mugardos, se extralimitaba en confianzas que nadie le había otorgado.

Continuó el Excelso dando a su edecán instrucciones - Bueno... Bueno..... como debemos seguir una política de condescendencia con la Iglesia y halago a sus miembros, y este asunto nos viene recomendada por la Madre Superiora de una orden que tan buenos servicios ha prestado en la sanidad del ejercito nacional, más el visto bueno del Obispo Castrense, pues concede, sin mucha prisa, fecha de audiencia, a ver que impertinencia nos cuenta ahora, y mientras que la Segunda Bis la siga investigando, no quiero sorpresas de ultima hora.

Se cumplieron. ¿Como no?, las ordenes de su Excelencia, la Segunda Bis no aportó ninguna nueva información contraria a la afección al Régimen de Sor Nieves, por lo que el jefe de la casa civil comunicó con el Obispo Castrense, y tan también a la Nunciatura, de que se había remitido nota a la Madre Superiora de las Hermanitas de la Caridad en la que se indicaba que su Excelencia accedía a recibir a la Hermana Nieves en audiencia ordinaria en día y hora determinada, debiendo presentarse la solicitante y su eventual acompañante para tal gracia en Palacio dos horas antes de la hora prefijada, advirtiéndosela de que debía atenerse al protocolo y someterse a la disciplina y protocolos establecidos.

Siguiendo las instrucciones contenidas en la nota recibida, Sor Nieves, acompañada, según mandan los cánones de la orden, por la Madre Superiora del Convento de su actual residencia, se presentó en las puertas exteriores de Palacio, exhibiendo al oficial de puerta, de la guardia mora, la convocatoria de audiencia de la casa civil de su Excelencia, y las cédulas personales de ambas monjas, franquearon sin problemas la primera línea de seguridad que protegía la residencia del Excelso, seguidamente, acompañadas por un cabo de la guardia con uniforme de gala anduvieron por el jardín interior hasta un pabellón en cuyas puerta se encontraban cuatro componentes de la “guardia de corps”, que las hicieron pasar al interior y con bastante más aspereza de la que las monjas esperaban recibir, las asestearon a preguntas, algunas capciosas, otras impertinentes, cuando hubieron acabado el interrogatorio, un “guardia de corps”, con insignias no identificadas por las monjas, les dijo que pasaran a un cuarto contiguo donde las iban a cachear, al oír este mandato, las dos religiosas sintieron una descarga eléctrica por todo su cuerpo - ¡Cachearlas! - ¿Qué horrendas manos pecaminosas e impías se atreverían a romper la integra castidad de todo su cuerpo, jamás mancillado por caricia o tocamiento alguno?.

Mirándose sin decirse nada, y temblando internamente, las monjas esperaron en el cuarto señalado, tras unos minutos, aparecieron dos matronas con uniforme de “guardia de corps”, mejor dicho vestidas de tal guisa, sustituidos los pardos pantalones por largos faldones, aunque si no se reparaba en lo anterior sus apariencias eran intensamente hombrunas, y sin dirigir palabra ni solicitar permiso ni venia comenzaron a palpar toda la extensa vestimenta de las monjas desde los enormes tocados craneales hasta sus zapatos, evidentemente pasando por partes que incluso para las hembras laicas se consideran intimas, y que no lo seria para quienes habían pronunciado voto de castidad tan solemne, llevado con rigor de consentir martirio antes que quebrantarlo.

- Listas, nada anormal.

Los “guardias de corps” pulsaron un timbre y de inmediato apareció un sirviente de palacio vestido a la “federica”, que les dijo:

- Acompáñenme por favor hasta la antesala de audiencias.

Siguieron al criado, y ya dentro del edificio principal del palacio, llegaron hasta una gran estancia cuadrilátera, en cada una de las esquinas, vieron en posición de firmes un “guardia de corps” con uniforme de gala, a la sala accedían al menos seis puertas, se les indicó a ambas religiosas que por favor se sentaran en las sillas colocadas junto a las paredes y esperaran a que las llamara el edecán.

Pasearon sus miradas por lo que por allí pululaba y se encontraron con un nutrido número de varones, ninguno joven, todos de edad ya granada, y curiosamente la mayor parte de ellos luciendo fino bigotillo sobre el labio superior, sin excepción sus vestimentas eran variopintas, un sociólogo por sus ropajes podía asignarles su profesión y rango social.: Militares con fajín y uniforme de gala soportando sobre su pechera todo un catalogo de pesadas medallas. Clérigos con capelo y amplísimas capas moradas. Trajes de gran gala de diplomáticos con entorchados desde el cuello hasta la cintura y bicornios emplumados en las manos. Chaquetas blancas, pantalones negros sobre camisas azulonas y boinas rojas, atuendo de gran gala de falangistas, a saber si encuadrados en la Vieja Guardia. Chaqués clásicos con fino medallero prendido junto al bolsillo de pecho, del que colgaban abundantes miniaturas, hechas posiblemente con metales y piedras preciosas, simbolizando condecoraciones nacionales y extranjeras, estos personajes posiblemente fueran acaudalados banqueros o influyentes procuradores en cortes.

Sor Nieves y su acompañante por su voto de pobreza y humildad siendo además monjas sencillas, sin renombre social, no lucían más atavíos que sus hábitos ordinarios, salvo en el pequeño detalle de Sor Nieves, que en un acto de premonición carente de todo afán vanidoso o exhibicionista, y pensando solo que su decisión podía agradarle al Excelso por su condición de militar (Jamás como varón), se había prendido las tres condecoraciones con las que la habían reconocido sus sacrificios en labores sanitarias y humanitarios en favor ¡Claro está! del ejercito nacional.

En sus asientos, transcurrieron lenta y pesadamente largos y tediosos minutos, las monjas aliviaron la espera rezando en voz susurrante y al unísono varios misterios del santo rosario, acompañado de las correspondientes letanías, cuando estaban a punto de tener que acudir a otro repertorio