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VILLAREJO DE FUENTES: Pasadas las horas del post-operatorio y de las alucinaciones...

Pasadas las horas del post-operatorio y de las alucinaciones que producía la tosca anestesia de aquellos tiempos, con su enloquecedora ansia de agua, sed que no estaba permitido saciar hasta excretar el cloroformo, el operado comenzó a despejarse lentamente de sus tinieblas, lo primero que captaron sus retinas, en un plano muy lejano y en media de una sutil niebla, fue a una de las fantasmagóricas figuras supuestamente femeninas con sus espectaculares alas blancas y que ya había visto tras el corro de comandantes y capitanes médicos cuando lo ingresaron.

Como todavía desconozco el verdadero nombre de la fantasmagórica y para no herir susceptibilidades de algún bienaventurado místico, y aun cuando es casi matemáticamente imposible que caiga este relatillo en manos piadosas, la llamaré desde ahora y hasta el final “Sor”, sin perjuicio de que cuando conozca su nombre de bateo y el del Registro Civil, o el arrogado al jurar votos y vestir hábito, lo añada a este breve apelativo.

Oyó el capitán en su pesado despertar como “Sor” musitaba...... “Hay..... Señor.... Señor..... el capitán “despertose” y llamará corriendo para hartarse de agua... Señor... Señor... paso aviso al comandante médico.... que disponga el..... este es mi primer oficial lastimado que atiendo.... Señor... Señor.... mientras voy “rezóle” unas avemarías a la virgen del Carmen para que me ilumine.

Volvió “Sor” a los pocos minutos mas tranquilizada y comprobó como el capitán ya había abierto completamente ambos ojos, aunque su vista todavía la opacaba una ligera neblina.

Chasqueaba constantemente su lengua que notaba gruesa y alojada en una boca reseca y áspera, su memoria poco a poco comenzaba a recordar los últimos acontecimientos, quería moverse pero su cuerpo no respondía con presteza a los mandatos de su cerebro, se sentía triturado y con un punzante dolor en su panza, bajo el ombligo.

- Aguaaaa..... Aguaaaa..... Aguaaaa..... Aguaaaa.... empezó a desgañitarse el Capitán herido, dando lugar a un cómico tono de voz mezcla de su natural aflautamiento con la bronca caverna reseca de su estado.

- Mi capitán, por Dios tranquilícese, no le puedo dar agua hasta que orine, y después lo permita el comandante médico que viene enseguida y nos dará las ordenes, por favor mi capitán tenga un pelín de paciencia.

- Aguaaaa..... por mis muertos y por los vivos que hoy voy a matar si no me traes agua...... desgraciada llama a mi asistente..... Aguaaaaa....

En eso llegó un capitán médico, que se dirigió al herido - ¿Cómo te encuentras?, ¿Hay poca fiebre verdad hermana? Has tenido el raro privilegio de ser el primer herido operado en esta escabechina y no te cuento a cuantos hemos tenido que sajar, coser y rearmar esqueleto, pero de verdad de verdad que todos erais de comandante para abajo, y tu el oficial con mayor mando que nos ha visitado, así que ya has dado tu sangre por la Patria.... Bueno hasta que no orines no pienses ni pidas una sola gota de agua, por el cloroformo ¿Sabes?, si bebieras sin echarlo primero fuera te puedes ir al muladar, así que no des la lata y te aguantas.... En cuanto a la operación, ha consistido en seccionarte la barriga y la capa de tocino con que la abrigas, extraer un cuerpo extraño incrustado en las paredes estomacales, bala o metralla, ni nos hemos fijado, ha estado a muy poco pero que muy poco de que tocara sitios muy complicados, pero ha sido tu día de suerte y la cosa ha quedado en un pronostico que aunque grave podrás superarlo en una quincena, claro está salvo complicaciones, o infecciones... que con el calor de este secarral nunca se sabe. Habrás visto que como eres oficial te otorgan el derecho a espacio intimo y separado, por lona, pero al fin de cuentas separado y provisto de colchón, somier, almohada, orinal y sabanas blancas.. Ha... y en todas las curas las vendas y los apósitos los elegiremos para ti nuevos y limpios.. ¡Es broma.. leche... pero hombre sonríe un poco!

Así que ya nos volveremos a ver en la visita del comandante que es quien te ha operado y dale las gracias hombre que una operación como la que a ti te ha realizado, en Madrid hubiera cobrado más que tu y yo en seis meses de soldada, sé disciplinado y no des el coñazo.

- ¡Sor..... ¡quiero orinar.... quiero orinar.....

- “Traígole” la cuña o el orinal, ¿Que prefiere mi capitán?..... – Le consultó la “Sor” mientras le levantaba sabanas y cubrecama.

- Me traes lo que te dé la gana pero que venga mi asistente, tu no tienes por que ver las partes intimas de mi cuerpo que todavía no ha visto ninguna mujer y menos las vas a ver tu que eres monja.

- Pero mi capitán, si soy enfermera, estudié enfermería y llevo más de dos años practicándola, he trabajado en hospitales de sangre y de retaguardia atendiendo a muchísimos soldados, incluso soldados moros, y todos han tenido mucho respeto a mis hábitos como yo he respetado a todos los heridos. ¿Voy a tener problemas con usted mi capitán?.

- ¡Si viene mi asistente no tendrás problema alguno, “Sor” ¡

- Su asistente está en el frente como todo el tabor.... así que no sea tontiño mi capitán, yo le pongo la cuña, Vd. hace hasta donde pueda y lo que no pueda yo le ayudaré, no me asusta ni me asusto de nada, por que a mi me ayuda y da fuerzas el Señor, y en cuanto orine se lo enseño al comandante médico y “seguriño” que autoriza a que se beba un aljibe.... ¿Qué me dice mi capitán? –

Dicho todo por la “Sor” con una dulzura con la que jamás le habían hablado al tan aguerrido como orondo capitán, de forma que parece ser que finalmente, más acuciado por la sed y por su imposibilidad física que por su vergüenza, consintió en ser ayudado por la “Sor”.

Al despuntar del segundo día de hospitalización, pasados ya todos los efectos de la anestesia, aminorada la sed, disminuido, pero no extinguido el dolor del traumatismo quirúrgico, acomodado mejor en la cama hospitalaria, y casi olvidado el sofoco por la ayuda recibida de la “Sor” en sus micciones, el capitán ya podía fijarse sin aturdimiento y valorar lo que le rodeaba, y mira por donde, lo primero y casi único en que se fijó fue en la “Sor”, que encontró al pie de su cama con el primer rancho. Sobre la humilde bandeja que portaba su cuidadora tintineaba una jácara de loza envejecida, con todo su esmalte craquelado que no ocultaba los muchos golpes y vejez en cocinas castrenses, su cabida era como un cuarto de litro y la portaba colmada de un liquido humeante, junto a ella una escudilla y una cuchara.

- Ave María Purísima. Buenos días nos de nuestro Señor...... que “guapiño” le veo esta mañana capitán, mejoró mucho usted ¿verdad?. “Durmiose” bien, ¿Verdad? Cuando le he visitado en las rondas nocturnas estaba plácido y además apenas con muy “poquiño” de fiebre, ni “diose” cuenta usted de que le puse el termómetro, el médico me ha dado orden de que le haga tomar un caldito de gallina ligero, es su primer alimento, el comandante pasará antes del rancho del mediodía y me dirá si le curo y cambio vendaje yo misma o manda algún oficial médico.

De nuevo “Sor” se explayaba con un enorme deseo de ser atenta, amable, agradable, de realizar su cometido con enorme espíritu de vocación y entrega, trataba a su paciente con la misma dulzura con que hablaba con Dios en sus plegarias, a la ternura de su persona al momento de dirigirse a su convaleciente, se añadía la afectuosidad y hospitalidad propia de sus paisanos, no podía ocultar la “Sor” su nacimiento y crianza en la dulce Galicia, en cuyas costas vivió hasta que sintió lo que ella asegura fue una llamada desde otros mundos invitándola a cuidar a enfermos y necesitados y en estos cometidos, acabó, paradojas de la vida, cuidando a combatientes coloniales heridos en su guerra de agresión a los nativos de un país ajeno, pero todo esto para ella no contaba, su felicidad de cada día era curar, cuidar y consolar a quien otros le aseguraban que derramaban sangre, dolor y muerte en nombre de Dios y de la Patria. Los del campo o la trinchera de enfrente, los viejos, mujeres y niños de los poblados asediados al alcance de la artillería colonial, no existían, solo eran moros, y para ella y sus superiores, los únicos moros buenos eran los que para mitigar hambre y miseria se alistaban en el ejercito colonial como “regulares” o “tropas nativas”. Mas todo esto no enturbia las mil bondades de la “Sor”, más bien las realzan con su candidez como virtud poco valorada.

- “Sor”, le cortó secamente la aflautada voz del capitán. – Creo que cumple usted dignamente las ordenes que ha recibido del mando de esta unidad, sé que aunque no exhiba sardinetas en su hábito, por su cometido como religiosa enfermera estará asimilada a sargento de infantería, así que se la supone un sujeto militar que no debe olvidar los rangos, y eso la obliga al respeto que como superior jerárquico me debe, yo trataré de ser cortés y respetuoso con