¿tienes una panadería?

VILLAREJO DE FUENTES: Abel y Basilia....

Abel y Basilia.

- Es aquí – Dijo el pregonero al tratante.

- Bien, yo voy a llamar y hablar con estos señores, tú por favor me esperas fuera ¿Te parece?

- De acuerdo

Buscó el ganadero aldaba, picaporte o algo con que llamar, no había nada, la puerta estaba lisa y limpia de cualquier artilugio, finalmente se valió de sus nudillos dando tres golpes, que evidentemente resonaron en el interior.

Basilia oyó perfectamente la llamada, cuyos golpes los sintió estremecida multiplicados al temer quien podía estar al otro lado de la puerta, ni por la hora, ni por los hábitos familiares esperaba visita.

Aspiró fuerte y para sus adentros se dijo que había que hacer frente a la situación, no valían ocultamientos.

Abrió la puerta, en el quicio se encontraba firme y con su sombrero cordobés en una mano y la artística fusta de cuero en la otra el tratante con el que en la primavera concertó la compra de los cerdos, y su fiado hasta las fechas en que ya se encontraban.

- Buenas tardes señora – Fueron las primeras palabras, cortésmente dichas por el gitano sin asomo alguno de acritud y sí por el contrario con suma delicadeza.

- ¿Me permite usted pasar y poder hablar con usted y su esposo?

- Mi hombre no está.

-Bueno, pues entonces, hablamos usted y yo, vamos si no tiene usted inconveniente.

En aquel momento Basilia se percató de que en la calle, frente a su puerta, sentado en un poyo estaba el pregonero, había sido él el que había guiado los pasos del tratante hasta su casa, haciendo de tripas corazón Basilia dirigiéndose al vocero del pueblo le saludó.

- ¡BUENAS, QUE TAL Y LA FAMILIA!

Sorprendido el pregonero, solo pudo limitarse a corresponder – BIEN, BIEN, GRACIAS Y VOSOTROS.

- Señora, recordará usted que le dije cuando le entregué los dos cochinos que soy persona de mucha seriedad, y así me consideran en todos los pueblos en que trabajo, también le dije que de igual forma exijo que se cumpla lo prometido, en este caso lo debido.

Hoy era el día – Continuó el tratante - En que tenia usted que haber venido a pagarme y no ha venido ni por supuesto me ha pagado, eso me obliga a tener que ser yo el que me acerque a su casa a recordar la deuda y pedirle, por supuesto por favor, que pague, ya que si no, y esto no es una amenaza, le juro que no acostumbro a eso, pero tendré que acudir al juez de paz o al cabo de la guardia civil para presentar una reclamación, quiero ademas que se de cuenta del trastorno que comercialmente me ocasiona por el retraso que supone a mi quehacer el tener que quedarme en Villarejo para resolver el asunto con usted, así que …..

Bruscamente Basilia interrumpe la larga perorata del gitano, la cual, en justicia, hay que decir que fue dicha con un comedimiento digno de un diplomático de carrera.

- Mire usted señor, yo lo lamento muchísimo, como comprenderá ser unos pobres desgraciados y no poder pagar no es precisamente plato del gusto de nadie, no puedo por que no tengo, y que quiere que haga.

- Pues señora sintiéndolo mucho me veo obligado a dar cuenta al juez de paz local, es la única vez que esto me ocurre en Villarejo.

- ¿Y por que no al cabo de la guardia civil?

- Eso queda para el abogado si llega el caso. Los payos son mejor recibidos en los cuartelillos, y además los abogados siempre pesan algo, pero en fin esto es hablar por hablar, señora yo lo siento mucho por que …....

. ¿Pues sabe usted que le digo?. Que nos vamos los dos juntos a ver al juez de paz, los dos no ¡LOS TRES!, el pregonero también viene y así el juez, usted y yo tenemos un testigo.

- ¡Oye pregonero.... pasa por favor! -

Cuando el llamado se encuentra dentro frente a Basilia esta continua

– Ya que has traído a este señor a casa ahora nos acompañas a los dos a ver al sastre, bueno el juez de paz, y no me rechistes por que me estoy poniendo nerviosa y ya sabes lo bordes que podemos ser las mujeres cuando nos sacan de nuestras casillas, así que andando.

Inopinadamente se hizo el silencio, ninguno de los tres dijo nada, Basilia con la mano señaló a los dos varones la salida de la casa, lo que calladamente hicieron y tras ellos ella, que cerró su puerta y a una vecina próxima que se encontraba regando su puerta le dijo sin detenerse.

- Oye por favor, si ves que mi hombre viene antes de que yo vuelva dile que he tenido que salir a resolver un asunto y volveré pronto. Gracias.

Pregonero, tratante y deudora formaron unas columna de a uno que con pasos mas bien rápidos desfilaron por medio Villarejo hasta la manzana de casas que hay entre la plaza del Pilar y la plaza Mayor, uno de los bajos de aquellos edificios estaba ocupado por el sastre del pueblo, el cual además ejercía de juez de paz, función que en el pacifico, y por la presencia del cuartelillo de la guardia civil, pacificado pueblo, le propiciaba al profesional del corte y confección el poder ostentar titulo tan honorifico sin tener que calentarse los sesos ni significarse ante ninguna de las posibles partes litigantes.

Llegaron ante la sastrería, el pregonero hizo amago de marcharse, lo que le impidió Basilia, así que llamó, abrió el propio sastre, para este caso juez de paz.

- Mira que hoy vengo por que estos dos me piden que los lleve hasta el juez de paz, que tienen un asunto que quieren resolver.

- Bien, pasen ustedes y aunque sea el obrador pueden sentarse y yo les escucho, despacho u oficina formal no hay, solo en el Ayuntamiento y para casos muy especiales, que no viene al caso comentar. En fin ustedes dirán

- Mire usted señoría …

- Por favor, yo no soy señoría, no me enjabone mas de lo necesario.

- Perdone usted señor juez, le quería decir que a esta señora cuando vine en primavera le entregué dos crías de cerdo con la promesa de que me las pagaría en este mes, y no lo ha hecho, se lo he pedido hoy por favor y se niega a pagarme, así que le ruego vea usted si puede convencerla, o lo que considere mas conveniente para resolver esta falta.

- Es verdad Basilia que le compraste a este señor dos cerdos y no los pagaste.

- Si señor juez, es verdad que me los entregó pero no es verdad que el no los haya cobrado ya, acordamos que por cada cerdo se acostaría conmigo una vez, así que se acostó dos veces y saldamos la cuenta, ahora que para dejar intacto mi honor y el de mi marido, que ignora este trato, acordamos fingir que le debía el dinero, lo que por lo dicho no es cierto.

Al oír a Basilia al tratante se le puso la cara roja de ira, se le hinchan las venas del cuello y exclama.

- Por Dios Bendito, que barbaridad está diciendo esta mujer, jamas pensé que pudiera existir una bruja tan borde. ¡Y dice esta mentira tan descaradamente hasta delante de testigos!, por DIOS SEÑOR JUEZ NO LE HAGA CASO YO NO LE HE TOCADO UN PELO.

- Eso es cierto señor juez, yo me acosté con él pero no se le levantó y por eso no me ha tocado un pelo, si hubiera sido solterona virgen, seguiría intacta, tengo que avergonzarme de haber sido una atrevida, pero no de haber sido mancillada por este hombre.

- MENTIRA.... MENTIRA...

- Silencio por favor, a callar los dos. Yo tengo que escuchar a todas las partes, dar mi parecer de como resolver el asunto amistosamente y en caso negativo dar cuenta, según se trate de asunto civil o asunto penal a su Señoría el Juez de Primera Instancia del Partido Judicial de Belmonte o incoar una denuncia ante el Comandante del cuartel de la Guardia Civil más próximo. Así que a los dos les pido que reflexionen durante unos minutos y me digan si sigo adelante o se arreglan amistosamente.

Todo lo dicho por Basilia le había salido precipitadamente, sabia que había encendido una mecha que estaba ardiendo camino de una bomba, pero ignoraba donde estaba el explosivo y la capacidad de destrucción del mismo.

¿Y el tratante? ….. Anonado, fuera de sí, la fiereza en temas de fidelidad de su etnia le acosaban duramente, quería resistir, ser reflexivo, pero no podía, no podía, no podía, tenia que matar a la mujer, tenia que acabar con aquella bruja ….... pero...... pero.... había sembrado ante testigos la duda sobre su virilidad, y eso en un calé, aún joven, con mujer esperándole y soltándole un crio por año, ¿Como se lo tomaría eso su muy extensa familia?, hermanos, cuñados, padres, suegros, tíos, sobrinos y un larguísimo etcétera.

- ¡Un prohombre gitano impotente, padre de familia muy numerosa, esposo mujer joven …. impotente e infiel...! ¿Soportaría la familia de su mujer semejante afrenta?.

- Me voy, me voy, me voy, por no matarla, todo esto es la mayor estafa que jamas e visto ya lo resolverá mi abogado, ahora que como me entere que lo aquí dicho, sale de esta casa, vendré con la faca abierta o la pipa cargada, así que..............

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Todo aquello, en mil versiones, transcendió al pueblo, quienes chismorrearon sobre los hechos contados no se ponen de acuerdo si después de la reunión con el juez de paz pasó algo más, tampoco saben cuanto engordaron los cerdos, ni si se enteró Abel de todo aquello, del tratante se perdió su pista, nunca se le volvió a ver por Villarejo, aunque hay quienes dicen que su camión siguió apareciendo por primavera y agosto, pero que el tratante de esta historia se quedaba el día que tocaba vender o cobrar allí, en el pueblo más próximo, en su lugar desempeñaba el trabajo un “mandao” al que el tratante le había advertido previamente …. “Si oyes algo de mi en Villarejo y lo dices por ahí, te juro por lo más “sagraó” que te rajo.............”