En algunos paises de sudamérica se cría un árbol llamado en español GRAVIOLA. De sus hojas se hace un te o tisana que tiene cualidades antitumorales efectivas en varios tipos de cáncer. Ahi va información contrastada:
Acción de las acetogeninas en las células cancerígenas
Las acetogeninas, son sustancias cerosas que resultan de la combinación de ácidos grasos de cadena larga (C32 ó C34) con una unidad de 2-propanol en el carbono 2 para formar una lactona terminal (dicha lactona queda al inicio de la cadena). Un estudio realizado en la Universidad de Pardue en California, demostró que las acetogeninas pueden inhibir selectivamente el crecimiento de células cancerígenas y también inhibir el crecimiento de las células del tumor, resistentes al adriamicina (DROGA USADA EN LA QUIMIOTERAPIA), respetando la integridad de las células de los tejidos sanos. En otro estudio realizado por científicos de la misma Universidad, se demostró que las acetogeninas de la guanábana (graviola) son extremadamente potentes teniendo una ED50 (dosis letal 50) de hasta 10 – 9 microgramos por mililitro, resultando tener unas 10,000 veces la potencia de la adriamicina.
Estudios realizados en 1998 a 2000 por McLaughlin y por Chih Hw, Chui HF han revelado que las acetogeninas son inhibidores del complejo I de la cadena de fosforilación oxidativa con lo cual bloquean la formación de ATP; energía que necesita la célula cancerosa que pone en funcionamiento su bomba mediada por P glucoproteína, que le permite mantenerse activa. Las acetogeninas, también inhiben la ubiquinona oxidasa, enzima dependiente del NADH que es peculiar en la membrana plasmática de la célula cancerosa. McLaughlin realizó sus investigaciones con las acetogeninas Bullatacin y Bullatacinone.
Estudios en el Caribe sugieren una conexión entre consumo de esta fruta y formas atípicas de la enfermedad de Parkinson debido a la muy alta concentración de annonacina. La concentración de annonacina en la fruta (15 mg/fruta) o en el néctar comercial (36 mg/lata) es cien veces mayor que en el té elaborado a partir de sus hojas (140 μ g/taza).
Como podemos ver las posibilidades de uso terapéutico de las hojas de esta planta coadyuvando en el tratamiento de ciertos procesos malignos, son muy grandes, hay estudios preclínicos que demuestran su actividad y en cierta forma también es avalada por la medicina tradicional que la usa en casos de tumores malignos superficiales en forma de emplasto de las hojas.
Esta planta se toma en forma de infusión y solo 2 tazas al día, dosis que no deben superarse ya que las hojas también contienen annonacina que como vimos líneas arriba podría producir formas atípicas de Parkinson.
Hay información de importantes logros en tratamiento de ciertas neoplasias con esta planta, por lo que queda la expectativa de que con mayores estudios, sobre todo clínicos, y su difusión, sin excederse en las dosis recomendadas contemos con otra importante arma terapéutica brindada por la naturaleza para luchar contra este flagelo.
Acción de las acetogeninas en las células cancerígenas
Las acetogeninas, son sustancias cerosas que resultan de la combinación de ácidos grasos de cadena larga (C32 ó C34) con una unidad de 2-propanol en el carbono 2 para formar una lactona terminal (dicha lactona queda al inicio de la cadena). Un estudio realizado en la Universidad de Pardue en California, demostró que las acetogeninas pueden inhibir selectivamente el crecimiento de células cancerígenas y también inhibir el crecimiento de las células del tumor, resistentes al adriamicina (DROGA USADA EN LA QUIMIOTERAPIA), respetando la integridad de las células de los tejidos sanos. En otro estudio realizado por científicos de la misma Universidad, se demostró que las acetogeninas de la guanábana (graviola) son extremadamente potentes teniendo una ED50 (dosis letal 50) de hasta 10 – 9 microgramos por mililitro, resultando tener unas 10,000 veces la potencia de la adriamicina.
Estudios realizados en 1998 a 2000 por McLaughlin y por Chih Hw, Chui HF han revelado que las acetogeninas son inhibidores del complejo I de la cadena de fosforilación oxidativa con lo cual bloquean la formación de ATP; energía que necesita la célula cancerosa que pone en funcionamiento su bomba mediada por P glucoproteína, que le permite mantenerse activa. Las acetogeninas, también inhiben la ubiquinona oxidasa, enzima dependiente del NADH que es peculiar en la membrana plasmática de la célula cancerosa. McLaughlin realizó sus investigaciones con las acetogeninas Bullatacin y Bullatacinone.
Estudios en el Caribe sugieren una conexión entre consumo de esta fruta y formas atípicas de la enfermedad de Parkinson debido a la muy alta concentración de annonacina. La concentración de annonacina en la fruta (15 mg/fruta) o en el néctar comercial (36 mg/lata) es cien veces mayor que en el té elaborado a partir de sus hojas (140 μ g/taza).
Como podemos ver las posibilidades de uso terapéutico de las hojas de esta planta coadyuvando en el tratamiento de ciertos procesos malignos, son muy grandes, hay estudios preclínicos que demuestran su actividad y en cierta forma también es avalada por la medicina tradicional que la usa en casos de tumores malignos superficiales en forma de emplasto de las hojas.
Esta planta se toma en forma de infusión y solo 2 tazas al día, dosis que no deben superarse ya que las hojas también contienen annonacina que como vimos líneas arriba podría producir formas atípicas de Parkinson.
Hay información de importantes logros en tratamiento de ciertas neoplasias con esta planta, por lo que queda la expectativa de que con mayores estudios, sobre todo clínicos, y su difusión, sin excederse en las dosis recomendadas contemos con otra importante arma terapéutica brindada por la naturaleza para luchar contra este flagelo.