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El material recogido abundante y relativamente homogéneo. Se caracteriza en general, por ser pobre y estar mal conservado. Junto al material cerámi-co se recogieron abundantes restos de escorias y una pequeña asa de vidrio. Observamos también la presencia de grandes opus signinum que habían sido reaprovechadas en un murete de contención y algún pequeño fragmen-to de estuco rojo. El material más abundante y el que mejor puede ayudar-nos a precisar la topología y la cronología del yacimiento es el material cerámico, aún en proceso de estudio. Pueden diferenciarse al menos cuatro grandes grupos: cerámica romana de Calidad (Terra sigillata), cerámica común romana, cerámica celtibérica y grades contenedores.

La cerámica común romana debe dividirse en dos subgrupos: la cerámica de mesa y la de cocina. Ambos tipos abundan, pero destaca sobre todo la de cocina que se caracteriza por barros ocres de más o menos claro con desgrasante pequeño o medio, algunas muy ennegrecidas en la parte exter-na. Las formas más habituales son las ollas y cuencos, aunque también hay tapaderas y otros tipos. Destacamos por notables signos de persistencia de costumbres indígenas en la elaboración y formas de esta cerámica, hasta el punto de hacer imposible una distinción neta entre la cerámica común ro-mana de cocina y su homóloga indígena. La cerámica romana común de mesa se caracteriza por su tono rojizo o anaranjado, con barros perfecta-mente decantados y acabados cuidados. No tienen decoración.

El material más abundante tras la cerámica común, es el que clasificamos como pertenecientes a grandes contenedores. Se trata de bordes, panzas o asas de grades dolia y en menor medida restos de ánforas. Su importancia estriba en denunciar la ocupación inminentemente agropecuaria del asen-tamiento, pues se trata de contenedores destinados al almacén o trasporte bien de sólidos como el grano, bien de líquidos como el vino o el aceite. Si a estos unimos los restos de escorias, se nos empieza a mostrar el verdade-ro panorama de una explotación rural romana tipo villa en pleno funcio-namiento.

El yacimiento se articula en una serie de terrazas con muy poca diferencia de altura. Las terrazas se inician en la falda de un pequeño montículo [“La Mezquitilla” propiamente dicha] de unos 800 m. s. n. m. y van descendiendo suavemente [...] que salva un desnivel de unos diez metros hasta la terraza actual del San Martín.

El material recogido abundante y relativamente homogéneo. Se caracteriza en general, por ser pobre y estar mal conservado. Junto al material cerámi-co se recogieron abundantes restos de escorias y una pequeña asa de vidrio. Observamos también la presencia de grandes opus signinum que habían sido reaprovechadas en un murete de contención y algún pequeño fragmen-to de estuco rojo. El material más abundante y el que mejor puede ayudar-nos a precisar la topología y la cronología del yacimiento es el material cerámico, aún en proceso de estudio. Pueden diferenciarse al menos cuatro grandes grupos: cerámica romana de Calidad (Terra sigillata), cerámica común romana, cerámica celtibérica y grades contenedores.

La cerámica común romana debe dividirse en dos subgrupos: la cerámica de mesa y la de cocina. Ambos tipos abundan, pero destaca sobre todo la de cocina que se caracteriza por barros ocres de más o menos claro con desgrasante pequeño o medio, algunas muy ennegrecidas en la parte exter-na. Las formas más habituales son las ollas y cuencos, aunque también hay tapaderas y otros tipos. Destacamos por notables signos de persistencia de costumbres indígenas en la elaboración y formas de esta cerámica, hasta el punto de hacer imposible una distinción neta entre la cerámica común ro-mana de cocina y su homóloga indígena. La cerámica romana común de mesa se caracteriza por su tono rojizo o anaranjado, con barros perfecta-mente decantados y acabados cuidados. No tienen decoración.

El material más abundante tras la cerámica común, es el que clasificamos como pertenecientes a grandes contenedores. Se trata de bordes, panzas o asas de grades dolia y en menor medida restos de ánforas. Su importancia estriba en denunciar la ocupación inminentemente agropecuaria del asen-tamiento, pues se trata de contenedores destinados al almacén o trasporte bien de sólidos como el grano, bien de líquidos como el vino o el aceite.
Si a estos unimos los restos de escorias, se nos empieza a mostrar el ver-dadero panorama de una explotación rural romana tipo villa en pleno fun-cionamiento.

La T. S., el opus signinum, el fragmento de estuco y el vidrio nos muestra por su parte, la existencia de un edificio más lujoso, residencia temporal o permanente del dueño de las tierras.

Este edificio puede encontrarse bajo el mismo cerro de “La Mezquitilla”, dado que en su ladera se realizo hace años una excavación furtiva, de la que deben proceder las placas de opus signinum del murete construido pre-cisamente para contener el empuje de las tierras en un lateral de la cata rea-lizada. Los habitantes de Víllora aseguran que de esta excavación se saca-ron muchos materiales sobre todo monedas y grandes “rulos”, uno de los cuales se conserva en las eras,... A ras de tierra, junto a esta cata pueden observarse grandes planchas de opus signinum que parece conservarse “in situ”, incluso con la típica moldura redondeada que marcaba el arranque de la pared. Si esto fuera cierto, tendríamos el nivel del suelo a media ladera, lo que significaría que bajo el montículo de “La Mezquitilla” se esconde el resto de la construcción.

Desde el crestón rocoso del Gillón junto a la Mezquitilla, se divisa el
YACINIENTO CELTIBERICO DE CASTIL DE OLIVAS, YA EN TERMINO DE ENGIDANOS

Al pie del CASTIL DE OLIVAS, pero aún en término de Víllora, está la ERMITA DE LA VIRGEN DE CASTIL DE OLIVAS y frente a ella las tristes ruinas de una HOSPEDERIA, (Que ya existía antes de la ampliación de la ermita en 1764)

CONCLUSIÓÑ
La alternativa propuesta por J. Santamaría hace ahora un siglo, que señala-ba la presencia de empedrados en Campillo de Paravientos y Alcalá de la Vega, no contaba con el apoyo de esta información que solo hemos cono-cido ahora gracias al avance de la investigación en la comarca: La existen-cia de varios yacimientos romanos alineados de norte a sur en la cabecera del Cabriel. Se trata de los yacimientos de Enguídanos ya conocidos años atrás, y especialmente de dos yacimientos romanos en el río San Martín en la localidad de Víllora, que fueron descubiertos en la campaña de prospec-ción arqueológica llevada a cabo en el varano e 1994. Recuérdese que pre-cisamente la ausencia de indicios de población romana entre Enguídanos y Salvacañete, obligo a S, Palomero a hacer a la A, 31 a dar un rodeo por Carboneras de Guadazaón y Reillo