Cuando llegué a
Ablanque este
lavadero estaba precioso, y yo con trece años disfrutaba aclarando en él. A mi me gustaba este lugar porque los
espejos del
agua me reflejaban en él y me sentía
feliz de haber regresado a mi
pueblo después de tantos años. Sin embargo el tiempo pasó y en el 2006 todo era desidia en mi lavadero pero me llevé su recuerdo. Hoy quizás esté mejor. ¡Quien sabe!