Al llegar a Don Sabino Fernández Campo, le comentó si Su Majestad el Rey había dicho algo al respecto. Don Sabino le contestó: "A Su Majestad el Rey le ha gustado mucho pero lamenta que no hubiese leído ese párrafo tan hermoso una tercera vez".
Ligeramente abochornado, por lo ocurrido delante de tanta gente, y con mucha cautela, trató de ir averiguando las impresiones de los presentes ante tal error o equivocación.
Pero un error se debió deslizar en esta colocación dando lugar a que el presidente del centro cultural leyera de nuevo una parte del discurso, por segunda vez. El mal rato que pasó, seguramente no se le puede desea a nadie, pero siguió adelante con su discurso.
Durante la lectura del mismo, y debido a los nervios, se le descolocaron algunos folios del discurso, tratando de ordenarlos de forma nerviosa y apresurada
La persona al frente de este centro cultural, poco ducho en recepciones de estas características, pronunció un discurso hecho a medida para la ocasión y dirigido a los Reyes de España.
Entre las muchas anécdotas vividas por Don Sabino Fernández Campo, está una sobre la visita de Sus Majestades los Reyes a un centro cultural de un país Hispanoamericano.
Un discurso puede ser interesante pero no tanto como para oirlo varias veces seguidas
El discurso repetido.
Absolutamente nadie captó la realidad de lo que allí había ocurrido."
Un funcionario de seguridad, al no ver el otro banderín con la enseña nacional, detuvo el coche y le pidió al conductor que se identificara. Felipe González que vió abrirse la puerta del coche y salir como un jabalí a Pujol, saltándose cualquier norma de protocolo, corrió a abrazarlo, ante la multitud de fotógrafos que cubrían el encuentro.
La primera vez que Jordi Pujol fue recibido en la Moncloa como presidente de la Generalitat llegó en un coche oficial que solo llevaba el banderín de Cataluña.
Anécdota que relata Jose Antonio Ortiz de Urbina sobre la visita de Pujol a la Moncloa.
Berrinche de Pujol en la Moncloa.
La idea de que una persona sea el remedio para nuestra felicidad, que nació con el romanticismo esta llamada a desaparecer en este inicio de siglo.
El amor romantico parte de la premisa de que somos una parte y necesitamos encontrar nuestra otra mitad para sentirnos completos.