Durante esta época tan solo existía una línea de
barcos marítimos que cruzaba el Atlántico y por lo tanto, ningún
barco le representaba competencia; se trataba de la compañía de Cunard y no fue hasta 1873, con la creación del Baltic, que era el sexto barco de la White Star Line, que batió el record en las rutas transatlánticas con su propulsión mediante paletas, convirtiéndose así en el máximo rival de la compañía de Cunard durante los siguientes 20 años y recobrando la reputación que había perdido
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