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ALBARES (Guadalajara)

La apoteosis. El Himno de la Alegría
Foto enviada por FG

“No se plantan semillas de comida.
Se plantan semillas de bondades.

Traten de hacer un círculo de bondades,
éstas los rodearán y los harán crecer más y más”.
Irena Sendler
"Podría haber hecho más, y este lamento me seguirá hasta el día en que yo muera."
Siempre que se le pregunta sobre el tema, Irena dice:
No se considera una heroína.

Nunca se adjudicó crédito alguno por sus acciones.
Irena Sendler lleva años encadenada a una silla de ruedas, debido a las lesiones que arrastra tras las torturas sufridas por la Gestapo.
“Ayuda siempre al que se está ahogando,
sin tomar en cuenta su religión o nacionalidad.
Ayudar cada día a alguien tiene que ser una necesidad
que salga del corazón”
Su padre un médico, que falleció de tifus
cuando ella era todavía pequeña, le inculcó lo siguiente:
Irena tiene en su habitación cientos de fotos
con algunos de aquellos niños sobrevivientes o con hijos de ellos.
“Recuerdo tu cara …soy uno de esos niños,
te debo mi vida, mi futuro y quisiera verte…”
Los niños sólo la conocían por su nombre clave: Jolanta.
Años más tarde, su historia apareció en un periódico
acompañada de fotos suyas de la época, varias
personas empezaron a llamarla para decirle:
Los reunió con sus parientes diseminados por toda Europa, pero la mayoría había perdido a sus familiares en los campos de concentración nazis.
Al finalizar la guerra, ella misma desenterró los frascos y utilizó las notas para encontrar a los 2,500 niños que colocó con familias adoptivas.
La resistencia le había sobornado porque no querían que Irena
muriese con el secreto de la ubicación de los niños.

Oficialmente figuraba en las listas de los ejecutados,
así que a partir de entonces, Irena continuó trabajando,
pero con una identidad falsa.
Así que fue sentenciada a muerte.
Una sentencia que nunca se cumplió,
porque camino del lugar de la ejecución,
el soldado que la llevaba, la dejó escapar.
Le rompieron los pies y las piernas
además de imponerle innumerables torturas.
Sin embargo nadie pudo romper su voluntad.