Como reza un refrán castellano, el hombre propone y Dios dispone. En 1853, en la ciudad de Ischl, Francisco José sacó a
bailar, en contra de lo previsto, a Sissí, de la cual se había enamorado locamente. Como en un cuento de hadas, Cenicienta había sido la elegida para iniciar el
baile, en lugar de su hermana.