Sucede que, en 1922, Zita quedó viuda, sola y embarazada por octava vez, literalmente pobre, ya que su marido murió estando en el exilio.
Su dignidad y honradez les había impedido sacar dinero durante la contienda, no pensando que podrían llegar a verse en la situación en que posteriormente se encontraron.
Siempre rechazaron las peticiones de abdicación, aunque al hacerlo, se vieron empujados a la mayor de las miserias. La antigua familia imperial no tenía ningún tipo de recurso en su exilio, que lo pasaron primero en Suiza y luego en Madeira.
Sin embargo, los acontecimientos les superaron. Perdida la guerra por su país, las potencias vencedoras fragmentaron el Imperio y a ellos les obligaron a exiliarse.
Se encontraron así, en mitad de una guerra, y con una responsabilidad que no esperaban.
Quiso el azar que ellos llegaran a ocupar el trono, debido al atentado en Sarajevo contra el heredero, el primo de Carlos.
Su familia intentó proporcionarle el mejor matrimonio posible, objetivo que lograron, o al menos lo parecía, al organizar su boda con el Archiduque Carlos de Habsburgo, sobrino del emperador Francisco José de Austria.
Zita de Borbón y Parma nació en 1892, en Lucca, donde su padre era el último duque reinante de la pequeña ciudad-estado italiana.
Además simboliza el fin del Imperio Austro-húngaro, un conglomerado artificial de pueblos centro-europeos. Unidos solamente por la Corona imperial. Todo este delicado equilibrio saltó por los aires durante la Primera Guerra Mundial.
Con ella termina la rama gobernante de los Habsburgo, la cual había reinado en distintas partes del continente durante los últimos 700 años.
Zita representa la decadencia de las monarquías europeas a lo largo del siglo XX.
Zita, la última emperatriz.
Allí perderá su zapatito de cristal, y el enamorado se dedica a buscarla por todo el reino. Al final, como siempre, todos felices y comen perdices.
La pobre Cenicienta vive con una madrastra y unas hermanastras crueles, que la tratan fatal, la humillan y la utilizan como esclava. Pero la magia hace su aparición y un hada madrina le concede un deseo: ir al baile del Príncipe.