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ALBARES (Guadalajara)

la rue del percebe
Foto enviada por IR

Como curiosidad, en la página publicada en el Tío Vivo Extra de Verano de 1969 encontramos la caricatura de Julio Fernández, que durante muchos años ejerció como redactor jefe de la revista.
Éste realizó 57 entregas más de 13 Rue del Percebe, la última de las cuales se publicó en el nº 464 de Tío Vivo, el 26 de enero de 1970. Bernet Toledano se esforzó siempre en hacer un buen trabajo y dibujó algunas entregas bastante inspiradas en las que trata de dar una unidad a los chistes de toda la página, como hacía Ibáñez en los mejores momentos de la serie.
En cualquier caso, a partir del número publicado el 1 de enero de 1968 Ibáñez se reincorpora a la serie, y hasta el mes de julio dibujará aún 27 páginas más, antes de despedirse definitivamente de su creación y dejarla en manos del mismo dibujante que le había suplido meses atrás, Bernet Toledano.
En 1966 se publicó un Extra de Primavera que también disfrutó de su particular entrega.
Todos los años, además, aparece una página especial de temática veraniega en el Tío Vivo Extra de Verano, y otra navideña en el Almanaque correspondiente.
Son las mejores páginas de la serie, pues muestran una unidad dentro de la variedad de personajes y de situaciones, aunque también suponen un esfuerzo extra para su autor, que además de idear un chiste por cada piso tiene que relacionarlos todos entre sí
A menudo unos vecinos interactúan con otros, y hay páginas inolvidables en las que todo el vecindario afronta problemas comunes: un terremoto pone el edificio del revés, una inundación lo sumerge hasta la mitad, sufren un apagón o son invadidos por la niebla, entre otras incidencias..
En las primeras entregas de la serie existía cierta continuidad de una semana a otra: vemos por ejemplo cómo crece un árbol junto al edificio, y durante varios meses asistimos al envejecimiento de una parejita que llega buscando piso sin desistir nunca en su empeño.
En el verano de 1961 termina esta continuidad y desde entonces las páginas resultan intercambiables entre sí, lo que más adelante facilita la repetición de historietas antiguas sin necesidad de seguir ningún orden.
Los personajes dan continuas muestras de su picaresca y de su afán por sobrevivir a costa del prójimo, por el que no tienen ninguna consideración, cuando no son directamente mezquinos e incluso sádicos.
El humor de Ibáñez es a menudo bastante negro, y disfruta llevando al extremo la caricatura de las miserias humanas, que nos resultan cómicas precisamente por su exageración hasta el absurdo.
Queda lejos el afán moralizador de muchas historietas de la primera mitad del siglo XX. La renovación del humor iniciada por la revista Pulgarcito allá por 1947 alcanza en esta serie uno de sus puntos culminantes
Al principio sólo aparecen de forma esporádica, pero llegan a convertirse en personajes fijos, y durante mucho tiempo encontramos cada semana una araña caracterizada de un modo diferente y original.
Además de estos personajes fijos, Ibáñez enriquece a menudo la página con otros detalles, entre los que destacan las arañas que cuelgan de alguna esquina de la escalera.
No acaban aquí los protagonistas: podríamos considerar como un personaje más al ascensor del edificio, situado en el extremo derecho, junto a las escaleras. Las múltiples averías y deficiencias que presenta no desentonan con el resto del vecindario.
El nombre de este personaje no sólo corresponde a un mamífero de la familia de los mustélidos: en la literatura clásica española, don Hurón es un criado que contrata el Arcipreste de Hita hacia el final del Libro de buen amor.