Sin embargo, en Roma, el emperador Aureliano clamaba venganza, pues sabía que se jugaba su presencia en Oriente, por lo que reunió un gran
ejército y partió con él rumbo al desierto Sirio.
El enfrentamiento definitivo ocurrió en el año 272 d. d. C, en la batalla de Emesa, cuando el ejército
romano aplastó la resistencia de Zenobia, que había sido abandonada por sus aliados Persas.