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ALBARES (Guadalajara)

pepe gotera y otilio
Foto enviada por IR

Ahora me voy a preparar para ir un rato al parque.
Luego comentaré algo más sobre este tema.
Ahora en cambio con tantas cadenas, no hay una sola que dedique algún programa a los niños por las tardes.
Bueno programas hay, lo que pasa es que a nosotros no nos gustan.
Ahora en cambio con tantas cadenas, no hay una sola que dedique algún programa a los niños por las tardes.
Hace años por las tardes emitían por TV programas infantiles que nos entretenían y resultaban divertidos. Y sólo estaban la primera y la segunda.
Hasta luego FG, me tengo que marchar, si puedo esta noche, entraré un ratito.
I. R., buenas tardes, te dejo con tu Pepe Gotera y Otilio. Un saludo.
Aunque con un mayor apego a la cotidianeidad, nuestros entrañables chapuzas son una eficaz y divertida vuelta de tuerca a un modelo probado ya por el autor: el éxito hecho
Por todos estos aspectos, podemos decir que Pepe Gotera y Otilio son los personajes que mejor representan el estilo de Ibáñez: enfrentamiento de contrarios, meteduras de pata varias, cierto encorsetamiento argumental (lejos de alardes creativos) y secuenciación del gag de acción.
Por otra parte, tenemos que añadir que estos expertos en cualquier cosa nacieron en una época propicia para el desarrollo de sus andanzas, basadas todas en el gag de acción perfectamente secuenciado, pues éste empezó a ser la marca distintiva de nuestro autor desde mediados de los sesenta hasta nuestros días.
Es más, podríamos decir que lo raro hubiera sido que nuestro autor no hubiera acabado, tarde o temprano, creando estos personajes.
Probablemente fue esta profesión la que impulsó el éxito de la pareja frente a las anteriormente citadas, pues si hay un oficio que da pie a mostrar la incompetencia de los personajes, ése es el de Pepe Gotera y Otilio.
Otro rasgo que hace que el dúo del que hablamos merezca la consideración de “serie estándar” de Ibáñez lo marca la sucesión de torpezas de los personajes, reforzada aquí por su condición de chapuzas.
Así, en la serie de los chapuzas encontramos un remedo de la fórmula del éxito de Ibáñez: el contraste entre el payaso listo y el payaso tonto, entre el Augusto y el Clown, pero esta vez desprovistos de la veta surrealista que aportan los disfraces de Mortadelo.
No en vano nacen cuando el autor ya se ha consolidado en el mercado del tebeo humorístico y ha encontrado su propio camino artístico.