En algunos casos, sin embargo, puede resultar perjudicial hacer lo que recomiende un mito o leyenda respecto al embarazo. Estos son algunos casos en los que debería tener mucho cuidado:
Tal vez la vendedora de una tienda de ropa infantil le diga que usted tendrá una niña porque usted tiene las mejillas rollizas y sonrosadas típicas de las futuras madres de niñas; en este caso, nada se pierde con escuchar cuántas veces ella ha acertado en sus predicciones.
En muchos casos, es divertido e inofensivo escuchar predicciones sobre el sexo del bebé o cuánto pelo tendrá.
¿Por qué los padres elegirían hacer caso a los amigos y familiares que dan consejos sobre el embarazo no fundados en la ciencia médica?
Hay padres que ni en sueños faltarían a una cita prenatal, pero que frecuentemente se preguntan si tal vez la tía abuela acierte al predecir el sexo del bebé.
Leyendas sobre el embarazo: ¿Realidades o mitos?
Aunque dependemos cada vez más de la información diagnóstica, el embarazo sigue inspirando una serie de mitos y leyendas propias, a veces descabelladas y a veces completamente extrañas
La tecnología y la medicina han transformado la experiencia del embarazo de la mujer moderna. mujer de hoy. Las pruebas médicas prenatales pueden indicar el sexo de su hijo, la cantidad de líquido que hay en el útero, el peso prenatal de su bebé y muchos otros datos.
Del campamento salió rápidamente a la vida civil y quedó como un pequeño insulto u muestra de desprecio hacia la otra persona.
Por lo tanto decir “ Váyase usted a la porra” era algo muy común en la vida militar, como forma de castigo leve, algo así como un arresto.
Cuando algún soldado cometía alguna falta leve, generalmente le castigaban a quedarse sin sus horas libres, y le ordenaban “ir a la porra”, es decir, al bastón que había plantado en el cuartel.
La porra era un bastón militar, que llevaban los portaestandartes de los ejércitos en los siglos pasados. Al llegar a cualquier campamento o cuartel, colocaban este bastón en un lugar despejado como punto de referencia.
Pero... ¿qué es la porra?, ¿a dónde se va?.
Posiblemente fuera el único “insulto” o “improperio” que podíamos decir de pequeños, gracias a que era una expresión muy conocida y poco agresiva.
¿Quién no ha dicho nunca esta frase cuando era niño?.