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ALBARES (Guadalajara)

castañera
Foto enviada por IR

Estos dos siguieron charlando como si se conocieran de hace años mientras que más arriba se podía oír:
¡Sí, tienes razón! Esto ha de ser porque mi padre la tenía mucho más grande. Dijo el árbol alegrándose con todas sus hojas al aire.
Anda, es verdad, tu madera es igual que la mía, y mira aquí, la forma de esta veta, aquí debajo se parece a esa tuya, aunque bien mirado la tuya es más pequeñita.
Yo siento que tu tienes algo mío, le contestó un roble viejísimo, quizás somos parientes y todo.
Ahh... No sé que hacer, es muy difícil estar aquí, me han abandonado por tener solo tres patas, mi cuarta pata no se podía reparar más, así que me tiraron, como un viejo trasto. Yo también creo sentir algo especial aquí, pero... no sé qué es con exactitud.
El escritorio con un poco de timidez intentó quitarse del árbol tan grandote, pero claro solo tenía tres patas así que fue a dar de cabeza contra otro colega aunque esta vez quedó patas para arriba.
Qué tristeza más grande, después de tantos años de servir, de enseñar, de dar todo de mí, aquí termino mis días..., Se quejaba el escritorio.

¡Eh! Qué te pasa, por qué estas lloriqueando y además recostado en mi tronco, no se por qué, me suenas conocido.
Las demás piedras prestaron más atención también, y estirándose todo lo que pudieron, observaron el escritorio de tres patas. La que dio la voz de alarma, casi se tuvo que tapar las orejas, porque todas las piedras del camino empezaron a comentar como locas a la vez, la osadía de dejar allí mismo un mueble, ¿Cómo era posible aquello? En medio de pinos añejos, y de algún que otro roble casi abuelo, yacía un viejo y destartalado escritorio, que le faltaba algún cajón, la barandilla de arriba estaba ... (ver texto completo)
Han venido unos humanos y dejaron un escritorio de tres patas allí...

¿Dónde?

Allííí, ¿no lo ves? En ese barranco.
¿ ¡Has visto!? Preguntó una piedra triangular a otra hexagonal con un tono de ofensa inaudita.

No, ¿qué pasó? Dijo la otra casi con un bostezo, porque hacía mucho tiempo que nadie la cambiaba de sitio.
Una parte del camino, el que subía, estaba alfombrado de toda clase de piedras. Cualquiera diría que estas piedras tenían vida propia, porque si uno afinaba muy bien el oído hasta podía oírlas hablar:
Al subir por la montaña se encontraba dos caminos que se dividían en una extraña forma de i griega, el camino de la derecha era una subida bastante fuerte y la vegetación era mucho más densa, el de la izquierda dominaba un valle de cerezos en flor.
Había una preciosa montaña, toda vestida de bosques, donde convivían las ardillas, pájaros carpinteros, ruiseñores, jabalíes, entre otros muchos animales.
Cuando el bosque habla
Cuentos mágicos.