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ALBARES (Guadalajara)

Maquillaje de la Sta. pepis
Foto enviada por IR

Su estrategia a la hora de responder las cartas era siempre empezar por dar la razón a las niñas. «Luego -revela- lo iba girando y acababa por decirles lo que yo creía que realmente estaba mejor».
Más tarde, la «verdadera» Señorita Pepis tuvo que elegir entre el trabajo en la empresa o seguir dando vida al consultorio. Sin dudarlo, escogió «donde me llevaba el corazón», esto es, con sus pequeñas amigas.
La única condición que le impusieron al ponerla al frente del consultorio fue que no podría desvelar su identidad real. La única que impuso ella, no hacer publicidad de los juguetes en las cartas.
Me escribían hablando de temas muy diferentes, algunos difíciles, como padres que se separaban y desgracias que casi no te atreves ni a imaginar».
«Una persona joven no podía hacerlo -afirma Margarida Callao-, porque hay que vivir mucho para saber aconsejar.
Un amigo suyo la recomendó para responder las cartas de las niñas, dada la facilidad de trato que tenía con los pequeños y la experiencia que le habían dado los años.
Callao se metió en la piel de la señorita Pepis por casualidad, cuando tenía 64 años y trabajaba en una empresa de patentes y marcas.
A esa edad ya empezaban con problemas menos infantiles, con enamoramientos y eso». Todas las cartas recibidas pasaban por Margarida Callao, quien afirma que, después de leérselas, se ponía delante de la máquina y escribía las respuestas «de un tirón, sin tachones ni borradores, porque me salían directamente del corazón»
El «club» llegó a tener un archivo de hasta 138.000 suscriptoras, todas niñas de edades comprendidas entre los 7 y los 14 años. «A los 14 -explica Callao- ya no podías ser miembro del club.
Así, las niñas podían escribirle y explicarle sus problemas o, simplemente, exponerle sus opiniones.
La línea de juguetes Señorita Pepis -maletines de maquillaje, pelucas y otros productos típicamente femeninos- incluía en los envases un papel de carta dirigido a su atención.
presentado ayer, es un fugaz repaso a su vida donde explica sus más preciados recuerdos y cómo llegó a mantener correspondencia con más de 130.000 niñas de toda España e incluso del extranjero, entre los años 1969 y 1978.
Con 85 años, Callao ha desvelado su otra identidad. Y lo ha hecho públicamente. Con un libro. Estimada senyoreta Pepis.
Tenía sólo cinco años. Sesenta años después alcanzó la fama dando vida a un consultorio: el de la Señorita Pepis. Pero muy poca gente llegó a saber nunca, hasta ahora, que tras ese nombre se escondía Margarida Callao.
Corría el año 1915. A falta de televisores, radio y demás aparatos inteligentes, los niños dejaban volar su imaginación. En las «pobres calles» del barrio de la Sagrada Família, Margarida Callao jugaba a ser una famosa artista de teatro.