Pero lograron correr el sillón y se sentían a salvo.
Las dos primas se sentaron inmóviles sobre el sillón en el silencio en la oscuridad.
Canela, la gata maullaba, y como si supiera lo que estaba ocurriendo se acurrucó en los brazos de Lily, su dueña.
Las dos primas se sentaron inmóviles sobre el sillón en el silencio en la oscuridad.
Canela, la gata maullaba, y como si supiera lo que estaba ocurriendo se acurrucó en los brazos de Lily, su dueña.