Tan solo aquellos que fueron niños en la misma época que yo pueden conocer la magia que suponía encerrarte en tu habitación a oscuras y encender tu cinexin con sus películas de 1 minuto de duración, cuya velocidad podías controlar con la manivela, a cámara lenta, rápida e incluso congelar la imagen.
Mi hermano tenía uno. El año que se lo trajeron los Reyes me hizo levantarme a las 5 de la noche y me tuvo hasta que amaneció poniendome las dos películas que tenía.