El Discípulo, agobiado, se vuelve para bajar de la montaña y el Maestro le dice:
“ ¡Espera, hijo mío, vuelve acá!”
El Discípulo contesta:
“Nooo, Maestro…
¡Ahora entiendo por qué hay tanto PUTOS!
“ ¡Espera, hijo mío, vuelve acá!”
El Discípulo contesta:
“Nooo, Maestro…
¡Ahora entiendo por qué hay tanto PUTOS!