Enrique eligió a Ana, pero había un inconveniente: ¿cómo romper su matrimonio con Catalina?. Con gran crueldad, siguiendo tan solo sus más oscuros intereses planteo la nulidad del matrimonio en un hecho que sucedió antes de su matrimonio, absolutamente falso y que ponía en entredicho el honor de la reina. Ante tamaña farsa, Roma se negó a dar la dispensa, lo que provocó las iras del rey, el cual rompiendo todos los lazos con la iglesia romana, creó una nueva iglesia nacional a su medida en la que él era la cabeza y podía hacer y deshacer a su antojo.