Mientras se encontraba en Italia, el todavía rey Jorge III murió, proclamando nuevo soberano a su marido y por tanto siendo oficialmente reina de Inglaterra, a pesar de la oposición de su esposo.
A su regreso se la impidió la entrada en el país, incluso no se la permitió atravesar Francia debido a la presión diplomática que ejerció el nuevo rey sobre sus aliados europeos, pero a pesar de toda esta oposición consiguió regresar, siendo recibida apoteósicamente por el pueblo ingles.
A su regreso se la impidió la entrada en el país, incluso no se la permitió atravesar Francia debido a la presión diplomática que ejerció el nuevo rey sobre sus aliados europeos, pero a pesar de toda esta oposición consiguió regresar, siendo recibida apoteósicamente por el pueblo ingles.