Allí, queriendo competir con las victorias de su rival Pompeyo, emprendió una precipitada campaña contra los partos (54 a. de C.). Tras una primera victoria, fue vencido y apresado en Carre. El rey de los partos, Orofes, sabiendo de su codicia, lo condenó a muerte ordenando que le vertieran oro líquido por la garganta.