Asustados, pues por entonces todavía se creía en la existencia de brujas o duendes, lo entregaron a las autoridades, que después de un análisis, determinaron que se trataba de un retrasado mental, motivo por el que lo trasladaron a un Instituto en París dedicado al cuidado de niños por problema de retraso mental o disminución física. Allí se encontró por primera vez con el doctor Itard.