Alternando cine y música, y con una peculiar voz conocida ya en Europa y allende los mares, Joselito dio el salto al mercado hispanoamericano y coprotagonizó varios filmes en México. Tras su vuelta a España, su cambio de voz y de físico, los gustos del público y los vaivenes de la moda, ya alejada de las películas de estampita con final feliz y muchas lágrimas, con huerfanitos y viudas, hicieron que a mediados de los años 60 Joselito dejara las cámaras y se sumergiera en un silencio de casi tres décadas. Surgirían, con el tiempo, retazos peculiares de su vida en esos años, que le situaron como cazador mercenario para grupos militares y golpistas en África y también con una fuerte adicción a la heroína.