Entonces la Señora apartó su vista de Bernardita, separó sus manos, hizo deslizar en su brazo el rosario que tenía en sus dedos, levanto a un mismo tiempo sus manos y su cabeza radiante, en tanto que sus manos se juntaron delante del pecho, su cabeza se afirmo y, mas resplandeciente que la luz del sol, dirigida la vista al cielo dijo: "YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN", y así desapareció, dejando en Bernardita esta imagen y ese nombre.