Aunque parezca mentira, no es el único coche que tiene una historia maldita a sus espaldas. Una limusina fabricada en 1910, de color rojo, fue el escenario donde fueron asesinados los Archiduques de Austria, Francisco Fernando de Hasburgo y Sofía de Hohenberg, hecho que desencadenó la Primera Guerra Mundial. Se trataba del Graef and Stift. Todos sus dueños sufrieron algún tipo de desgracia. El primero fue un oficial del Estado Mayor de Bosnia que, a la semana de tenerlo, se estrelló contra una tapia y murió. Su siguiente dueño fue un médico yugoslavo, que falleció al volcar con la limusina. El tercero fue Simon Mantharides, un coleccionista de antigüedades. Aunque no perdió la vida al volante, se suicidó seis meses después por causas desconocidas.