La protagonista de algunas de las escenas más recordadas de la historia del cine era una mujer desdichada, como todo el mundo sabe. La explosiva combinación de voluptuosidad y tragedia convierten a Marilyn en un objeto de deseo de los publicistas. Su imagen ha sido explotada hasta la saciedad, no siempre con permiso. Eso sí, la Monroe hubiera cambiado su fortuna póstuma por un poco de amor verdadero.