Bowie actuaba en un concierto en Oslo, en 2004, bajo un auténtico aguacero. Al llevar un chubasquero, no pudo ver cómo uno de los asistentes le arrojaba una piruleta, con tan mala puntería que el palo del caramelo se encajo entre el ojo y el párpado izquierdo de David. Sorprendentemente, se lo retiraron sin que hubiese el menor rasguño.