También se indicaba que las personas y sus bienes serían respetados por los franceses, así como su religión y sus ministros, aunque sucedió el arresto de los religiosos Santiago Sas y de Basilio Boggiero, asesinados seguidamente en el puente de piedra y arrojados al río Ebro sus cadáveres. En dicho puente de piedra se puede encontrar una lápida conmemorando este trágico suceso, situada en el lugar exacto de donde sucedió y donde también fue asesinado el barón de Warsage.