He aquí la leyenda que dio lugar a este especial culto y veneración de san Cristóbal: cuando era un problema atravesar los ríos, porque había muy pocos puentes, uno de los oficios era el de porteador: por el pago de una cantidad, había hombres corpulentos y robustos que pasaban a la gente de una orilla a otra. Ese era el oficio de san Cristóbal. Era tan buena persona que no negaba a nadie el servicio aunque no le pudiera pagar. Y ocurrió que una de las veces que le pidió un pobre que le pasase a la otra orilla, notó san Cristóbal que no le pesaba nada, que iba más ligero que si no llevase al pobre a hombros. Al dejar al pasajero en la otra orilla, éste le dijo que era Jesús, y se manifestó a él como en la Transfiguración, en premio por su continuada generosidad.