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ALGAR DE MESA

Crónica en el diario de Nueva Alcarria, viernes, 31 de marzo de 2006, pág. 29.

INMACULADA Y ELENA, DOS HERMANAS UNIDAS POR LA FE.

Junto a su hermano Vicente, optaron por una vida religiosa.

En los últimos años del principio del siglo XX se inciaba un camino en la historia de una gran familia de Algar de Mesa. Aquí, en el mismo lugar, aún se puede escuchar a las personas mayores de aquellos jóvenes enamorados, Pablo y Justa, que formarían una gran familia de nueve hijos. De ellos, tres, Vicente, Elena y María Concepción recibieron y siguieron la llamada a la vida religiosa. Primero, fue Vicente, ya fallecido, quien a los 17 años ingresó en la congregación de los claretianos de San Antonio Maria Claret en Vic. Posteriormente fue trasladado a Alagón, Zaragoza.

Elena forma parte de la congregación de Santa Ana. Su primera formación la recibió en el sanatorio del Rosario de Madrid. "Hasta los 15 años fui creciendo en el seno de una familia, ahora puedo decir que muy religiosa. Esos primeros años marcaron las direcciones que debería tomar en la vida", comenta. En Molina, en casa de unos familiares siguió recibiendo su formación durante tres años. Elena recuerda cómo algunas de sus amigas de Molina también ingresaron en su misma congregación. "Las hermanas Mercedes Herranz, Manolita Peco y Silvia Herranz fueron la llave para que me decidiera por la congregación de Santa Ana".

Durante tres años y medio estuvo en el País Vasco y doce en Castilla y León. antes de llegar a Madrid, regresó a Bilbao donde durante tres años terminó sus estudios de ATS. En la actualidad está en la clínica del Rosario de Madrid donde lleva 25 años.

Sor Inamculada optó por una vida contemplativa en la congregación religiosa Concepcionistas Franciscanas de Clausura y que ahora está en la comunidad de Escalona, en la provincia de Toledo. "Recuerdo como mi madre rezaba todos los días el rosario en mi casa, también asistía a misa", comenta. Un día fregando los platos "tuve un pensamiento -teía 14 años- yo podía ser monja", comenta. A los 17 años dejó su pueblo y se trasladó a Madrid. Hasta los 24 años sor Inmaculada vivió una continua lucha interior que a veces ganaba su deseo de ser monja, y otros, la de ser madre de familia. En una entrevista con un presbítero sintió en una orden de clausura. En 1966, tras la boda de su hermana Victoria, ingresó en la congregación de Escalona, donde todavía continua.

Sor Elena y Sor María Concpeción no cesan de dar gracias a sus padres por haberlas dado la vida y saber vivirla. Unas vidas entregadas a la oración y al trabajo. son dos de las seis monjas que dio el pueblo de Algar, junto con sor Irene, María del Carmen, Faustina y sor Esperanza.