ALGAR DE MESA: Palabras sueltas desde Algar (SEGUNDA PARTE) ...

Palabras sueltas desde Algar (SEGUNDA PARTE)
La jerga popular de nuestros pueblos es muy rica

Ababol, es lo mismo que amapola.
Si te han dado un empentón, es que te han empujado.
Acoyuntar, es juntar dos mulas para labrar. Los labradores que solo tenían una mula, acoyuntaban prestándosela uno a otro, cuando era necesario.
Mi tío Arsenio, acoyuntaba con el tío Tiburcio.
Para acoyuntar, era necesario que las dos caballerías, fueran lo más equilibradas posible, en cuanto a fuerza y altura. Dicho esto, puedo afirmar, que si Don Quijote y Sancho, hubieran sido labradores en su tierra Manchega, no habrían podido acoyuntar con Rocinante y Rucio.
El tío y la tía. Estas palabras seguidas del nombre de pila, era el tratamiento social que dábamos a las personas mayores en los pueblos. Así, nos referíamos a ellos diciendo: el tío Celestino, la tía Jorja, el tío Timoteo, o la tía Pascuala.
No era problema, que en un pueblo hubiera varios hombres con el mismo nombre; lo solucionaban llamando a uno, el tío Juanillo, a otro el tío Juan, y al tercero el tío Juanón. Tampoco lo era, si alguno de estos, tenía algún hijo, con el mismo nombre; a este le llamaban el Juanín.
De todos los Juanes, el tío Juanón, era el más gordo y el más grande.
El tratamiento de don, estaba reservado para el cura don Germán, el maestro don Juan Guasch y la maestra doña Mercedes. Don Germán era de Milmarcos y don Juan Guasch, era mallorquín. Creo que doña Mercedes era madrileña.
Paridera y corraliza. La paridera, era el habitáculo donde vivían las ovejas cuando regresaban del campo. En la paridera, parián y criaban a los corderos, se resguardaban de la lluvia, la nieve, el frio, y el calor. Anexo a la paridera, estaba la corraliza; que era un terreno vallado con paredes de piedra, cubiertas de barda. La barda protegía las paredes, y servía de impedimento a las zorras, deseosas de darse un festín con algún joven cordero.
Aporcar, es cubrir con tierra los troncos de las plantas. Quien hubiera sembrado patatas, pronto tendría que aporcarlas.
Gamellón es el recipiente en el que los cochinos comían la pastura. El buen gamellón se hacia con un gran tronco de chaparro, al que se le vaciaba la madera del interior.
Aliviarse, era una evacuación intestinal urgente, por un apretón de barriga. Solía hacerse en el corral, en presencia de las incomodas gallinas. Miguel Delibes cuenta en los Santos Inocentes, que Azarías, el hermano de Regula, se aliviaba donde y cuando le venía en gana.
Un pernil, es un jamón.
Somarro, es lo mismo que cecina.
La espetera era el conjunto de utensilios de cocina. Eran piezas únicas y de gran valor; eran de cobre y se colgaban en las paredes de la cocina. Una cocina, con una buena espetera y varios perniles colgados, junto a la chimenea, era el orgullo de su dueña.
La mejor y más completa espetera, que yo he visto, ha sido en Campillo de Aragón, en casa de mi tía Asunción.
Camal es un útil de madera que se usa en las matanzas. El camal, es un trozo de chaparro de unos 60 cm. de largo; no muy grueso, pero si muy fuerte, que se utilizaba para colgar el cochino. Abierto el cerdo en canal, se sujetaba el camal a las patas y se alzaba hasta colgarlo en una estaca.
Para hacer un camal, primero se seleccionaba la rama de chaparro, después se cortaba y se devastaba con un hachuelo y para terminar se refinaba con la lima y la navaja.
En Algar, hay muchos y buenos chaparros, de los que se hacían magníficos camales. En cada casa había tres o cuatro camales; a cual mejor.
Aparejar las mulas suponía, equiparlas con los elementos y prendas de trabajo necesarias para el trabajo que iban a realizar. Así usarían unos aparejos para ir a la feria de Milmarcos; otros para traer leña de la cabezuela; otros bien distintos para ir a labrar a los balsones y también otros si fueran a por vino a Godojos.
Hablando de mulas y aparejos, me decía mi tío Crescencio, que algunas mulas intuían el tipo de trabajo que iban a realizar, según los aparejos que se les ponía. Dependiendo pues de la dureza del trabajo, oponían mayor o menor resistencia a ser aparejadas.
Mi tío Crescencio fue cartero de Villel y Algar. Vivía en Villel, y todos los días venia a Algar a repartir las cartas. Durante muchos años hizo este trayecto a pie (10 Km. Ida y vuelta). Después se compro una pesada bicicleta de la marca orbea. Acabó con una mobilette de pedales.
Contaba mi tío Crescencio, que como cartero vivió muchas anécdotas. Recuerdo que me conto la de una señora que no sabía leer ni escribir, y que tenía un hijo soldado en África. Cuando el soldado escribía a su madre, y mi tío le entregaba la carta, la señora le pedía que se la leyera. También contestaba mi tío al soldado, en nombre de su madre.
ARTICULO PUBLICADO EN NUEVA ALCARRIA EL 11-03-2011
POR JUAN JOSE BALONGA OCHOA