Situación:
Encontramos nuestro pequeño burgo en la misma carretera que desde Anquela del Ducado sale hacia Milmarcos, dejando atrás Turmiel y el cauce del río Mesa que sigue su camino por otros derroteros. Con los últimos soles de abril apenas se divisa en las afueras de Anchuela la sólida fábrica de su iglesia y un puñado de casas, nada más. Luego aparecerá un chopo copudo en la explanada, y, poco más adelante, una balsa redonda con tremendo barrizal donde bebe el ganado, un pozo antiguo con manivela, y una ermita que se hunde. El pueblo ha quedado atrás, a mano izquierda del camino.
Aunque la mañana acabó de entrar en toda su plenitud, la gente no ha salido a la calle todavía. Por las afueras del pueblo se siente el cacareo de las gallinas y el bullir estrepitoso de los tordos en el tejado de la iglesia. El coche lo dejo a la sombra de una casona antigua a la que han rejuvenecido, creo yo, excesivamente el porte. Como un islote de piedra tallada en medio del ocre mar de los encalados, resalta sobre la fachada de la casa el escudo heráldico de los Cubillas, ilustre familia anchuelana del siglo XVI, de la que nacieron eclesiásticos y militares de renombre.
Los agricultores que trabajan las tierras de anchuela, dicen que en los bajos que llaman Dehesa de la Cañadilla la tierra es de primera; que parte de su término son campos sin valor apenas, pero que en los llanos de junto al pueblo el terreno produce si se le cuida bien, aunque las temperaturas no corren en favor del campesino.
Nos hemos aproximado a la solanilla de la iglesia. La iglesia de Anchuela del Campo tiene una artística espadaña con tres vanos mirando al poniente, y un ábside a modo de triple tambor que la caracteriza. La iglesia está dedicada a San Miguel, cuya fiesta mayor celebran ahora a mediados de agosto.
Anchuela es en sus alrededores un pueblo de casillas de piedra que en otro tiempo sirvieron de pajar y de almacén de aperos. Ahora son mucho mayores, y nuevos en su mayoría, los almacenes en donde los cuatro agricultores guardan el grano, los abonos y la maquinaria de labor. Por el barranco de la Nevera se ve como fondo una buena faja de campo útil para la siembra; las vertientes que lo circundan, en cambio, son hoscas e improductivas.
El pueblo reposa tranquilo. Algún anciano ha salido a tomar el sol de la mañana sentado en silla de espadaña. En las casas sobre las que no cayó aún la piqueta del restaurador, se advierte sobre las puertas el típico tejadillo en ángulo para cortar el agua.
El pequeño pueblo de Anchuela del Campo (Anchuela proviene de ancho, y campo por su situación een la Sexma del campo) se encuentra en la provincia de Guadalajara, se llega a él desde un desvío situado en el pueblo de Anquela del Ducado, en la Carretera N-211 en dirección a Teruel. El pueblo pertenece al señorío de Molina de Aragón, comarca de grandes raíces históricas siendo el municipio de Molina el centro demográfico, económico de la región, el señorío perdió gran numero de sus fueros debido a la escasa densidad demográfica, en época de la reconquista era una zona de discordia entre los reinos de Castilla y Aragón, fue un reino independiente durante varios siglos el Cantar del mio Cid es fiel testigo de ello, en un pasaje del cantar el Cid se cobija en el castillo de Molina con el amparo del rey moro. En Molina de Aragón destaca sus numerosas y bellas iglesias, y el Castillo árabe que vigila la ciudad, en la vega del rio Gallo, sobre el cual se cruza un puente romano.
Aunque la mañana acabó de entrar en toda su plenitud, la gente no ha salido a la calle todavía. Por las afueras del pueblo se siente el cacareo de las gallinas y el bullir estrepitoso de los tordos en el tejado de la iglesia. El coche lo dejo a la sombra de una casona antigua a la que han rejuvenecido, creo yo, excesivamente el porte. Como un islote de piedra tallada en medio del ocre mar de los encalados, resalta sobre la fachada de la casa el escudo heráldico de los Cubillas, ilustre familia anchuelana del siglo XVI, de la que nacieron eclesiásticos y militares de renombre.
Los agricultores que trabajan las tierras de anchuela, dicen que en los bajos que llaman Dehesa de la Cañadilla la tierra es de primera; que parte de su término son campos sin valor apenas, pero que en los llanos de junto al pueblo el terreno produce si se le cuida bien, aunque las temperaturas no corren en favor del campesino.
Nos hemos aproximado a la solanilla de la iglesia. La iglesia de Anchuela del Campo tiene una artística espadaña con tres vanos mirando al poniente, y un ábside a modo de triple tambor que la caracteriza. La iglesia está dedicada a San Miguel, cuya fiesta mayor celebran ahora a mediados de agosto.
Anchuela es en sus alrededores un pueblo de casillas de piedra que en otro tiempo sirvieron de pajar y de almacén de aperos. Ahora son mucho mayores, y nuevos en su mayoría, los almacenes en donde los cuatro agricultores guardan el grano, los abonos y la maquinaria de labor. Por el barranco de la Nevera se ve como fondo una buena faja de campo útil para la siembra; las vertientes que lo circundan, en cambio, son hoscas e improductivas.
El pueblo reposa tranquilo. Algún anciano ha salido a tomar el sol de la mañana sentado en silla de espadaña. En las casas sobre las que no cayó aún la piqueta del restaurador, se advierte sobre las puertas el típico tejadillo en ángulo para cortar el agua.
El pequeño pueblo de Anchuela del Campo (Anchuela proviene de ancho, y campo por su situación een la Sexma del campo) se encuentra en la provincia de Guadalajara, se llega a él desde un desvío situado en el pueblo de Anquela del Ducado, en la Carretera N-211 en dirección a Teruel. El pueblo pertenece al señorío de Molina de Aragón, comarca de grandes raíces históricas siendo el municipio de Molina el centro demográfico, económico de la región, el señorío perdió gran numero de sus fueros debido a la escasa densidad demográfica, en época de la reconquista era una zona de discordia entre los reinos de Castilla y Aragón, fue un reino independiente durante varios siglos el Cantar del mio Cid es fiel testigo de ello, en un pasaje del cantar el Cid se cobija en el castillo de Molina con el amparo del rey moro. En Molina de Aragón destaca sus numerosas y bellas iglesias, y el Castillo árabe que vigila la ciudad, en la vega del rio Gallo, sobre el cual se cruza un puente romano.