AUÑON

Habitantes: 150  Altitud: 762 m.  Gentilicio: Auñoneros 
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Situación:

Auñón es un municipio de España, en la provincia de Guadalajara, Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. Tiene un área de 52,57 km². Se halla en el kilómetro 230 de la N-320 hacia Cuenca, a unos 48 km de la ciudad de Guadalajara.

SERVICIOS.
Cuenta actualmente con tres bares, una tienda de alimentación, una farmacia y una fábrica de aceite.
La actividad principal de la población se concreta en el sector de la agricultura.

Monumentos:

Tiene su término la belleza de las abruptas laderas que escoltan al río Tajo, sobre las que se alza la ermita de la Virgen del Madroñal. Además, inmensos bosques de pino, y espectaculares perspectivas paisjísticas componen el término de este que en su centro rubano ofrece también bellísimos rincones del más puro alcarreñismo.
Parece segura la existencia de población en la parte baja del término, en la vega, en tiempos remotos, por la aparición de documentos arqueológicos y restos del antiguo "castillo del Cuadrón", que se sabe perteneció al Común de Huete tras la reconquista.
Entonces, en el siglo XII, Auñón era solo una alquería del Cuadrón, y con el tiempo se fue poblando y creciendo. Esta heredad de Auñón la compró en 1178 la Orden de Calatrava (era Maestre don Martin Pérez de Siones) a la familia de los Ordóñez, vecinos de Illana, que la poseían. La villa de Auñón creció notablemente durante la Edad Media. Recibió numerosos privilegios y exenciones por parte de los reyes castellanos y de los maestres calatravos, por la valentía demostrada por sus hombres en diversas acciones de guerra. En el siglo XV ocurrió el famoso hecho de la sublevación de don Juan Ramírez de Guzman, apodado Carne de Cabra?, que se autoeligió Maestre de la Orden, contra su legítimo mandatario. El rebelde asoló la tierra de Zorita, conquistando y dominando algun tiempo todos sus pueblos, excepto el de Auñón, que se mantuvo fiel al poder establecido y legal, resistiendo un profundo cerco de Carne de Cabra?.
Fue Auñón cabeza de Encomienda de la Orden de Calatrava, residiendo en la villa el comendador de la misma. A partir del siglo XVI, este fue un título meramente honorífico, pues el mando de las Ordenes militares lo tenía el Rey y su aparato administrativo. La Encomienda de Auñón estuvo unida a la de Berninches y el Collado desde esa época, existiendo Comendadores de este título hasta el siglo XVIII.
En 1572, tras haber sido enajenados los bienes de Calatrava por el Rey, y puestos a la venta, la villa de Auñón la compró don Melchor de Herrera, juntamente con Berninches, en la cantidad de 204.000 ducados. Era este señor un alto mandatario del Estado: alférez mayor de Madrid, tesorero real y muy rico y bien heredado en Castilla la Nueva. Fue nombrado en ese mismo año marqués de Auñón. El pueblo intentó ejercer el derecho de tanteo para comprarse a sí mismo, pero no lo pudo conseguir. En poder de esta familia de los Herrera siguió, durante varios siglos. Ellos se aumentaron con los títulos de condes de Clavijo y duques de Rivas; en el siglo XIX era heredero de Auñón y de los títulos familiares don Angel de Saavedra y Herrera, duque de Rivas, poeta del romanticismo español.
Finalmente, durante las guerras de Sucesión y la Independencia, el término y villa de Auñón, y especialmente el puente sobre el río Tajo, fueron muy disputados por las tropas contendientes. En este último puso El Empecinado? su tesón más grande y el valor de sus gentes para, en unas ocasiones, conquistarlo, y en otras defenderlo: su valor estratégico, por ser el único paso en muchos kilómetros, era importantísimo.
El pueblo, en fuerte cuestarrón situado, se erige realmente sobre un espinazo rocoso, que a un lado encuentra el corte brusco del mencionado cantil, al que asoma una larga serie de edificaciones o "casas colgantes", y el otro lado va cayendo suavemente hacia otro barranco que le limita por levante. Su aspecto es pintoresco como pocos, y el paseo por sus calles, una experiencia inolvidable. El término riquísimo en bellezas naturales, pues posee larga serie de kilómetros en la costa del embalse de Entrepeñas, y entre otros lugares, destaca el antiguo de Villafranca, hoy denominado el Madroñal, donde se sitúa la ermita de la Virgen Patrona, y entre pinos y roquedas se contemplan dilatados panoramas de la Alcarria y el pantano.
Para el viajero, la villa de Auñón guarda numerosos elementos que despertaran su interes. En la parte baja se encuentran la iglesia parroquial, dedicada a San Juan Bautista, obra del siglo XVI en su primera mitad. La torre fue construida hacia 1526, dando la traza y dirigiéndola el maestro Juan Sánchez del Pozo. La portada meridional, guardada tras el atrio descubierto y rodeado este de una barbacana de cal y canto, es obra sencilla renacentista. La portada de acceso al templo, orientada al norte, es un ejemplar de gótico tardío, tal como se usaba ornamentar a principios del siglo XVI. Arco semicircular escoltado de finas pilastras góticas, y un tejaroz bajo el que se ve escudo de la Orden de Calatrava, dueña del lugar en la época de construcción, y patrocinadora del edificio. El interior es de tres naves, separadas por gruesos pilares de sillar a los que se adosan numerosas columnillas que, tras descansar en collarines amplios, se transforman en nervadas bóvedas de gran efecto decorativo. Rematando la pared del fondo del presbiterio, se ve el gran retablo mayor, de estilo plateresco, reparado tras las agresiones que sufrió en 1936. Fueron sus autores, en 1583, el escultor toledano Nicolás de Vergara el Joven, aunque con él colaboraron los entalladores Sebastián Fernández y Benito de Sacedón, siendo la pintura del también toledano Luis de Velasco, añadiendo dorados el pintor de Huete Tomas de Briones. El edificio es todo el de sillar, y su ábside, de planta semicircular, se refuerza de contrafuertes. Es interesante también la llamada casa del Comendador, un edificio con fachada totalmente de sillar calizo, con portón adovelado semicircular, ventanas y un alero de piedra tallada. En este edificio puso el marques de Auñón, a finales del siglo XVI, una pequeña comunidad de monjas clarisas, que duró muy poco. En una de las plazas altas del pueblo destaca la casa y capilla que fundó y ordenó construir don Diego de la Calzada, obispo de Salona, en 1612. Natural de Mucientes (Valladolid), se encariñó con Auñón, y para él fundó una completa capellanía con sede en esta capilla, dedicada a Nuestra Señora de la Concepción y de Santa Ana. Hizo los planos o traza, en 1609, Pedro Gilón, maestro mayor de las obras del obispado de Cuenca. Fueron sus autores materiales los maestros canteros Pedro de Perelacia y Lucas de los Corrales.
Distribuidas por el pueblo se ven numerosas casonas nobiliarias, con grandes portalones adovelados, fachadas de sillería, y como remate en algunas aparecen bellos escudos heráldicos, que corresponden a los Ruiz de Velasco, a los Páez de Saavedra, y a un tal Merchante, correo que fue del rey. Buen número de construcciones populares, con arcos de piedra, enormes aleros de maderas talladas, rejas de buena forja, etc, se ven en un paseo reposado por el pueblo, en el que también resaltan algunas fuentes, pasadizos, el edificio del Ayuntamiento, etc. Merece, pues, una visita atenta y concienzuda.
De la antigua muralla, nada queda hoy, y sí unos leves restos de la mencionada torre vigia del Cuadron, en la vega junto al Tajo. Es muy interesante, sin embargo, visitar el puente de origen medieval que cruza el río Tajo, a la salida de Entrepeñas: fue varias veces derribado y vuelto a construir, pero aun mantiene su viejo encanto.

Fiestas:

Las fiestas patronales se celebran el segundo fin de semana de septiembre y en ellas, además de bailes y actos religiosos y culturales, hay encierros tradicionales por las calles del pueblo.