[URL=http://www. mediafire. com/imageview. php? quickkey=24hlg81tc2echx3&thumb =5][IMG]http://www. mediafire. com/imgbnc. php/f41cc1320224533829e7e335f2 46e5b29dd1a2f05a6f162acc727f87 b1eaa77b2g. jpg[/IMG][/URL] El día 25 de enero, aprovechando que hacía buen día, al menos estaba soleado, pues el aire venía frío, fuimos a visitar la ermita del Madroñal y el pueblo de Auñón.
Comenzamos el recorrido por la GU-999 desde Sacedón, bordeando el pantano de Entrepeñas. Llegamos hasta Alocén haciendo fotos sin parar. Yo conducía y Cristina fotografiaba. Nos parábamos en uno de tantos parajes hermosos, me hacía cargo de la cámara y es como si me diese un tic en el dedo. Al final del día fueron 534 fotos, luego quedaron cerca de 500, -497- al suprimir desenfocadas y movidas, debido a la marcha del coche.
El paisaje precioso, hermoso, cautivador; te engancha. La prueba de ello es que vinimos a ver un piso por la zona de Pareja, junto al pantano, en el mes de julio pasado y aquí nos quedamos. Desde entonces, no dejamos de recorrer la zona para visitar los pueblos de alrededor. Y como teníamos muchas ganas de visitar la ermita, -la cual vemos todos los días desde la terraza, allá en la ladera del monte- al igual que el pueblo, que junto a él hemos pasado varias veces, nos decidimos y ahí fuimos.
Después de recorrer la ladera bordeando el pantano, llegar a Alocén y hacerle alguna foto más de las que le hicimos en su día, volvimos por la misma carretera para tomar el desvío que hay al salir de una curva, para ir a la ermita.
Nos quedamos asombrados -epatados, diría yo- de tanta belleza paisajística y arquitectónica. Desde el mirador del Madroñal se ven unas vistas preciosas del lago, así como de la urbanización donde vivimos. La ermita preciosa y la exibición de un hidroavión haciendo bajadas hacia el agua, remontando y soltándola sobre el lago, hemocionante.
El paisaje por el camino rural, o vecinal, desde El Madroñal hasta Auñón, otra belleza natural y el pueblo precioso, silencioso y limpio. Y esto no creo que sea debido al viento, ya que en la zona hay algunos pueblos que de viento no adolecen tanto como de limpieza. La verdad, es que, por lo general, los pueblos de la zona están limpios. Sus gentes, con los pocos vecinos que vimos y hablamos, muy amables y abiertos al forastero, como en toda la zona de Guadalajara, -y esto lo aseguraría- pues allá donde hemos estado, hasta ahora, hemos tenido el mismo recibimiento y atenciones. Si es que preguntas, al interesarte por algun detalle del pueblo, como ocurrió en Auñón, te responden amable y cordialmente
Salimos del pueblo a las cinco de la tarde, sin haber almorzado aun, con más hambre que los pavos del tío Manolo, ya que el bar de la plaza cerraba ese día -el martes- y no encontramos otro en el recorrido que hicimos por sus calles, que no por todas. Y es que ese día pensamos en comer en el pueblo, pero como no lo conocíamos, teníamos nuestras dudas sobre si habría lugar donde almorzar o no y como pensamos que el recorrido nos llevaría menos tiempo, tampoco nos llevamos vituallas para el pequeño viaje, que es lo que hacemos, normalmente, cuando salimos para visitar varios pueblos pequeños en el día, al hacernos, Cris y yo, "Mis rutas por La Alcarria".
De regreso, y ya cerca de casa, nos detuvimos en un bar de una de las urbanizaciones, donde nos atendió una señora muy amable y simpática, -para no perder la tónica de las gentes del lugar- la cual regenta el establecimiento y nos ofreció un guiso de judiones -exquisitos- de León. Si no fuera porque el estómago ya no es el mismo que cuando me comía dos platos de judías, habríamos repetido de buena gana.
Adrián M. A. (AdriPozuelo)
Comenzamos el recorrido por la GU-999 desde Sacedón, bordeando el pantano de Entrepeñas. Llegamos hasta Alocén haciendo fotos sin parar. Yo conducía y Cristina fotografiaba. Nos parábamos en uno de tantos parajes hermosos, me hacía cargo de la cámara y es como si me diese un tic en el dedo. Al final del día fueron 534 fotos, luego quedaron cerca de 500, -497- al suprimir desenfocadas y movidas, debido a la marcha del coche.
El paisaje precioso, hermoso, cautivador; te engancha. La prueba de ello es que vinimos a ver un piso por la zona de Pareja, junto al pantano, en el mes de julio pasado y aquí nos quedamos. Desde entonces, no dejamos de recorrer la zona para visitar los pueblos de alrededor. Y como teníamos muchas ganas de visitar la ermita, -la cual vemos todos los días desde la terraza, allá en la ladera del monte- al igual que el pueblo, que junto a él hemos pasado varias veces, nos decidimos y ahí fuimos.
Después de recorrer la ladera bordeando el pantano, llegar a Alocén y hacerle alguna foto más de las que le hicimos en su día, volvimos por la misma carretera para tomar el desvío que hay al salir de una curva, para ir a la ermita.
Nos quedamos asombrados -epatados, diría yo- de tanta belleza paisajística y arquitectónica. Desde el mirador del Madroñal se ven unas vistas preciosas del lago, así como de la urbanización donde vivimos. La ermita preciosa y la exibición de un hidroavión haciendo bajadas hacia el agua, remontando y soltándola sobre el lago, hemocionante.
El paisaje por el camino rural, o vecinal, desde El Madroñal hasta Auñón, otra belleza natural y el pueblo precioso, silencioso y limpio. Y esto no creo que sea debido al viento, ya que en la zona hay algunos pueblos que de viento no adolecen tanto como de limpieza. La verdad, es que, por lo general, los pueblos de la zona están limpios. Sus gentes, con los pocos vecinos que vimos y hablamos, muy amables y abiertos al forastero, como en toda la zona de Guadalajara, -y esto lo aseguraría- pues allá donde hemos estado, hasta ahora, hemos tenido el mismo recibimiento y atenciones. Si es que preguntas, al interesarte por algun detalle del pueblo, como ocurrió en Auñón, te responden amable y cordialmente
Salimos del pueblo a las cinco de la tarde, sin haber almorzado aun, con más hambre que los pavos del tío Manolo, ya que el bar de la plaza cerraba ese día -el martes- y no encontramos otro en el recorrido que hicimos por sus calles, que no por todas. Y es que ese día pensamos en comer en el pueblo, pero como no lo conocíamos, teníamos nuestras dudas sobre si habría lugar donde almorzar o no y como pensamos que el recorrido nos llevaría menos tiempo, tampoco nos llevamos vituallas para el pequeño viaje, que es lo que hacemos, normalmente, cuando salimos para visitar varios pueblos pequeños en el día, al hacernos, Cris y yo, "Mis rutas por La Alcarria".
De regreso, y ya cerca de casa, nos detuvimos en un bar de una de las urbanizaciones, donde nos atendió una señora muy amable y simpática, -para no perder la tónica de las gentes del lugar- la cual regenta el establecimiento y nos ofreció un guiso de judiones -exquisitos- de León. Si no fuera porque el estómago ya no es el mismo que cuando me comía dos platos de judías, habríamos repetido de buena gana.
Adrián M. A. (AdriPozuelo)