Leyenda de la Virgen de Torralba:
Cuenta la leyenda que un labrador tenía en el paraje de Torralba una tierra que trabajaba habitualmente. Al introducir el arado o la azada, descubrió enterrada una talla de madera. La introdujo en sus alforjas y se la llevó a su casa para enseñársela a su esposa, pero al llegar y cuando fue a mostrársela, la talla de la Virgen había desaparecido.
A la mañana siguiente, el labrador volvió al mismo sitio donde la encontró por primera vez, y, para su sorpresa, comprobó que estaba en el mismo lugar en que la descubrió.
El labrador volvió a coger a la Virgen y la introdujo de nuevo en sus alforjas, esta vez, atándola para que "no escapase". Cual fue su sorpresa, al comprobar cuando fue a mostrársela a su mujer, que tampoco estaba, como ocurrió en el día anterior.
Esto mismo ocurrió una tercera vez, por lo que decidió, construirle en el mismo lugar donde la encontró, una bonita ermita en el paraje de Torralba, ya que entendió que la Virgen no quería que la trasladasen de allí.
Cuenta la leyenda que un labrador tenía en el paraje de Torralba una tierra que trabajaba habitualmente. Al introducir el arado o la azada, descubrió enterrada una talla de madera. La introdujo en sus alforjas y se la llevó a su casa para enseñársela a su esposa, pero al llegar y cuando fue a mostrársela, la talla de la Virgen había desaparecido.
A la mañana siguiente, el labrador volvió al mismo sitio donde la encontró por primera vez, y, para su sorpresa, comprobó que estaba en el mismo lugar en que la descubrió.
El labrador volvió a coger a la Virgen y la introdujo de nuevo en sus alforjas, esta vez, atándola para que "no escapase". Cual fue su sorpresa, al comprobar cuando fue a mostrársela a su mujer, que tampoco estaba, como ocurrió en el día anterior.
Esto mismo ocurrió una tercera vez, por lo que decidió, construirle en el mismo lugar donde la encontró, una bonita ermita en el paraje de Torralba, ya que entendió que la Virgen no quería que la trasladasen de allí.