A principios del siglo XVIII, el
Castillo fue el último baluarte defensivo de los soldados ingleses durante la Guerra de Sucesión en su apoyo al archiduque Carlos, y durante la Guerra de la Independencia fue usado por las tropas francesas como cuartel, siendo incendiado tras la contienda. En 1832 fracasó un intento de convertirlo en
hospital y en 1845 el recinto se destinó a
cementerio de la villa.