"... en otro
pueblo me encerraron por orden del alcalde, que era un albino borracho y medio tartamudo, y me tuvieron un día con su
noche metido en un sótano maloliente y alimentado con unas sopas de ajo y un par de venencias de esperriaca. En el calabozo estaba un gitano de mi edad poco más o menos, que había robado una mula. Se creyó, vaya usted a saber por qué, que yo era un cómico. De este pueblo no hablo en el libro porque pocas cosas agradables podría decir de él."