Pueblo escalonado en la ladera de la
sierra de
Bujalcayado orientado hacia el sur con vistas al pequeño
valle donde se encuentran las salinas de La Olmeda y de Bujalcayado.
Unas 18 viviendas llegaron a conformar el pueblo, estando habitado por unas 70 personas aproximadamente, que vivian de la
agricultura con sus
campos sembrados de cereal (avena, cebada, trigo) y de legumbres (garbanzos y lentejas). La
ganaderia tenia su mayor volumen en el
ganado lanar para la cría del cordero que venian a
comprar carniceros de Sigüenza para a su vez llevarlos a
Madrid y
Barcelona. Algunos vecinos acudian también a trabajar en las cercanas salinas en los meses de
verano que era la época de más trabajo.
El cura acudia a dar misa desde
La Olmeda de Jadraque y el
médico lo hacia desde
Riosalido, tocandole al cartero hacer el trayecto más largo, pues desde Sigüenza hacia el recorrido
Carabias,
Cirueches, Bujalcayado, La Olmeda, unas veces a pie y otras en
yegua haciendolo más tarde en
bicicleta. Para los asuntos administrativos iban a Riosalido,
ayuntamiento al que pertenecían y a Sigüenza les tocaba acudir a moler el grano a la
fábrica de los Ochovas y otras veces acudian a un
molino que habia en
Santamera.
Tres días duraban las
fiestas patronales que se realizaban para
San Bartolomé el 24 de Agosto. Se hacía una misa y una
procesión encabezada por el cura montado en una mula y detrás todo el pueblo hasta la
ermita de San Bartolomé (distante un kilómetro y medio del pueblo y actualmente en
ruinas). Se mataba un cordero para estas fechas para consumir con los familiares venidos de fuera y por la tarde en la amplia
plaza se dejaba oir el acordeón de Candidillo, músico que acudia desde el pueblo de Renales para animar el
baile.
El 22 de Mayo celebraban a
Santa Quiteria, con una misa y la bendición de los campos desde la
cruz de la Rivilla, terminado el acto habia
costumbre de regalarle una gallina al cura.
En algunas ocasiones aparecian titiriteros por el pueblo realizando actuaciones teatrales y malabares, que alegraban un poco el ambiente y les sacaba un poco de la rutina diaria en una época donde cualquier cosa fuera de lo normal era un acontecimiento. Los
juegos de cartas en los fines de semana y el
frontón en la pared de la
iglesia conformaban un pasatiempo en los dias de ocio.
La escasez de arbolado en su termino obligaba a muchos vecinos a ir con el macho a buscar leña a Cirueches, Carabias ó a
El Atance.
La gente en los años 60 empezaron a marchar hacia las capitales en busca de un mejor futuro y se exparcieron por Barcelona, Madrid,
Guadalajara e incluso hasta
Argentina recibió algun bujalcayanero mermando considerablemente el pueblo hasta llegar al unico habitante que mantiene en la actualidad: Luis, que con 73 años, siete de ellos viviendo solo, se resiste a abandonar al pueblo y quiere que haya una
chimenea de la que salga humo permanentemente en los dias de
invierno para enseñar que Bujalcayado sigue vivo. Hay luz en las
casas pero no
agua, la
carretera se ha asfaltado recientemente y en verano unas cuatro viviendas más se suelen abrir, ya que se han rehabilitado por los que se fueron y sus descendientes.
Actualmente el pueblo esta dentro de la ruta de Don Quijote para senderistas y se han instalado paneles explicativos de la ruta y de la
historia del pueblo y de las salinas.
Fuente: blog
Pueblos deshabitados