Perteneció en calidad de aldea al alfoz o Común de Villa y Tierra de Hita, siendo de realengo desde fines del siglo XI, en que fue reconquistada la zona, hasta el XIII en que el rey Alfonso X el Sabio se lo donó a su hemano don Sancho, arzobispo de
Toledo, quedando durante una temporada como aldea del señorío arzobispal con cabeza en Brihuega. Pero en el siglo XIV volvió a la Corona, y ésta lo donó a don Iñigo López de Orozco, en cuyo señorío de Hita quedó ya perpetuamente, pasando así a los Mendoza y duques del Infantado. En la segunda mitad del siglo XVIII, Carlos III le concedió a
Caspueñas el privilegio de ser Villa por sí, independizándose de la jurisdicción de Hita.
Posteriormente en las orillas del
río Ungría se levantaron varios
molinos, tres de ellos en el término de Caspueñas, que trabajaron como harineros desde la Edad Media hasta mediados del siglo XX en que se convirtieron en
fábricas de electricidad y desde 1973 a 1992 en
piscifactoría para la cría de truchas.