Situado al final de la hermosa y fértil vega del Cañamares, junto a la desembocadura de éste en el río Henares, al pie de las colinas que bordean el margen derecho del río, y observado atentamente por el cerro de San Cristobal.

Castilblanco de Henares forma parte del Ayuntamiento de Jadraque desde los años setenta.

Iglesia románica de piedra con un interesante arco de entrada de la misma época. Tras su parcial destrucción, el edificio fue reconstruido tras la Guerra Civil, por lo que las bóvedas internas están encaladas, pero aún cuenta con un retablo barroco en su interior.

Las fiestas de San Roque, patrón del pueblo, se celebran en el puente del 15 de Agosto, día de la Asunción. Durante los festejos, además de las misas, ofrendas de flores a la virgen y de sus procesiones de caracter religioso, se celebran diversos torneos, juegos y concursos tanto para niños y adultos, así como cenas y comidas populares que son animadas por charangas y por las peñas locales.

Aunque cada vez está más en desuso, en invierno algunas familias suelen celebrar aún las "Matanzas" con las Migas, que consisten en el sacrificio de un cerdo, que servirá para abastecer de carne y fiambre a la familia durante meses, realizando en el mismo día una buen caldero de migas con pimentón y uvas negras, y una sartenada de asadura, que es disfrutada por familia, vecinos y amigos, y regada con vinos de la región.

Castilblanco, debe su nombre y su existencia a la construcción en el siglo X de la antigua torre vigía o "sajra" árabe que servía para controlar el final del valle del Cañamares y su junta con el valle del Henares. Este torreón de vigilancia y de comunicación, conocido por los más ancianos del pueblo como el "castillejo" y a cuyo pie nació el pueblo, ha desaparecido totalmente con el tiempo, y se encontraba situado sobre la cima del cerro actualmente denominado "El Pendonero". El castillejo, construido con las típicas piedras de yeso de la región -y de ahí el nombre local de Castilblanco- servía además de torre de comunicaciones entre otro torreón situado más al norte en el valle del Cañamares y el poderoso castillo de Jadraque, también llamado posteriormente Castillo del Cid, que aún luce esplendoroso sobre la cima del "cerro más perfecto del mundo", según dijo de él Ortega y Gasset.