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CHECA

Habitantes: 312  Altitud: 1.369 m.  Gentilicio: Checanos 
Hoy amanece en CHECA a las 09:01 y anochece a las 18:45
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Situación:

Checa, allá por los cursos altos del río Cabrillas, es un pueblo espectáculo, un pueblo para exposición. Pocos pueblos podrían competir en bellezas naturales con Checa. Lo tiene todo.

El aspecto del campo por el Bajo Señorío a partir de Terzaga va cambiando paulatinamente. Las sabinas de la ladera van dejando paso a los pinos y aparece el boj. Se ve que entramos en la sierra. Chequilla, y sus soberbios farallones de roca oscura se tercian luego a mano derecha en el camino; poco después, Checa. La ermita de la Soledad, el estupendo cuartel de la Guardia Civil y la carretera de Orea junto al Cabrillas, nos ponen al pie de la calle Baja del Río, la calle por la que subimos hasta el corazón del pueblo.

A la Plaza Mayor, ahora plaza de Lorenzo Arrazola, se llega tras cruzar un estrecho túnel que coincide con los bajos del ayuntamiento; uno de los dos edificios emblemáticos de la plaza de Checa; el otro sería el de los López Pelegrín que forma ángulo con éste.

En la plaza hay rumor de agua de manera constante; la producen los chorros de la fuente que cuelgan sobre el piloncillo y la caída del arroyo Gil de Torres que se estira pueblo abajo, canalizado y dejándose atravesar de un barrio a otro, de la calle hasta las viviendas de los vecinos, por sucesivos puentecillos de piedra situados a lo largo del pueblo.

La Plaza está llena de coches apareados por todas sus caras. Un grupo de jóvenes hablan y ríen a carcajadas en mitad. Bajo el balcón corrido del ayuntamiento hay una placa de mármol blanco en la que se puede leer: «En esta casa nació en 1795 el Excmo. Sr. D. Lorenzo Arrazola, distinguido jurisconsulto y hombre de Estado, a quien los checanos en prueba de cariño le dedican este recuerdo».

Las casas blancas de cal que distinguen las calles de Checa, cambian de aspecto en la de las Terreras; pues a mano izquierda, según se baja con dirección al barranco, son cuevas, cocheras, bodegas, abiertas en el propio paredón de piedra rojiza que dan carácter a estos rincones espectaculares, y que ocupan, partiendo del cerro, toda la cara oeste del pueblo, en donde han aprovechado para recortar un original parquecillo, más natural que ningún otro, con pequeño jardín y bancos para sentarse, donde sentir en pleno verano la delicia de una tarde checana. Al lado, asomándose al murallón de roca y a la revuelta vegetación del barranco, los muros traseros de la iglesia parroquial, esbelta, de torre cuadrada, y un bello pórtico al que se accede por multitud de escaleras y reja de buena forja; pues ya en Checa, se comienzan a ver las artísticas rejerías y los balcones de hierro trabajado que adornan a tantos pueblos y villas del Bajo Señorío, y por extensión a no pocos de los pueblos cercanos de la vecina Teruel, Tomo buena nota de la limpieza y el orden que se aprecia en las calles de Checa por las que paso, de la amabilidad de sus gentes que ya conocía. Detalles de orden estético que las engalanan y las tar nan incomparables: unos donados graciosamente por la Naturaleza y otros procurados por el hombre. Calle Alta del Río, calle de San Bartolomé, calle de la Fuente, plaza de José García Hernández...

La riqueza forestal, y los muchos y buenos pastizales del término de Checa, son otra nota importante que se debe conocer. Dc sus parajes pinariegos, más o menos próximos, y en todo caso reco mendables para el descanso y el solaz, destaca el que en el pueble conocen por la Fuente de los Vaqueros, y entre sus industrias, vivas y florecientes casi todas ellas, las de hostelería con especialidad culinaria en los asados a la brasa, las maderas y el comercio en general, como corresponde a una villa tradicional que se esfuerza por salir adelante con nota destacable.

Ayuntamiento:

AYUNTAMIENTO DE CHECA

Tiro de Barra, 1

19310 - CHECA - GUADALAJARA

Monumentos:

Son de admirar su iglesia parroquial, obra arquitectónica simple, del siglo XVII, sin detalles artísticos a señalar. En su interior hay varios altares de estilo barroco, no meritorios. El mayor muestra grandes tallas de la misma época. En la sacristía se conservan algunas buenas obras de orfebrería. Por el pueblo repartidas hay varias casonas molinesas, entre las que cabe citar la de los Pelegrines, del siglo XVIII, en la plaza mayor, con escudos sobre puerta y balcones; la de los García o Condes de Clavijo, cuyo escudo remata la clásica fachada, en la que además se admiran buenos ejemplares de forja popular; su interior es interesante y está en buenas condiciones de conservación. El edificio del Ayuntamiento preside la plaza mayor, es obra del siglo XVIII, con gran fachada en la que luce balcón corrido, torreta para el reloj, y puerta de entrada, así como gran arco anejo que da paso a una calle lateral. También en la plaza destaca la fuente pública, un gran elemento típico, de sillar y aspecto magnífico, construida en el año 1905.

En cuanto a bellezas naturales, el término es pródigo en barrancos, montes muy elevados, que rondan los 2.000 metros de altura, abundantes riachuelos y paisajes de gran belleza. Es un lugar muy recomendable para pasar un día de excursión la «Fuente de los Vaqueros», en el monte dehesa de La Espineda, a una distancia de 2 kms., del pueblo, por pista forestal, donde ICONA ha adecuado un bello entorno paisajístico con mesas, asientos, barbacoas, etc. Por el centro del caserío cruza un arroyo que es salvado por puentes y pasadizos, y el pueblo mismo se tiene que asentar de manera irregular y cuestuda en sus empinadas márgenes.

Fiestas:

La fiesta grande de Checa, a la que acuden miles de personas de los contornos, se realiza en torno al 25 de Agosto. Hay un día de corrida de toros y otros de vaquillas por las calles. Después se guisan los animales en grandes cacerolas, en el lugar de la Espineda, participando todos, checanos y visitantes, del gran convite. Se realiza en esos días una curiosa «danza de los pañuelos» ante la imagen del patrón San Bartolomé.

Historia:

Patria chica del jurista y político Lorenzo Arrazola García (Checa 1795-Madrid 1873). Senador, diputado y presidente del Consejo de Ministros en 1864.

De la ilustre familia de liberales formada por varias generaciones de los López Pelegrín, en Checa nació D. Francisco López Pelegrín, liberal que alcanzó el puesto de procurador del Real Señorío de Molina y formó parte, como diputado, de las primeras Cortes españolas, las de Cádiz, que en 1812 elaboraron la primera Constitución. Defendió en aquella ocasión los tradicionales derechos del Señorío molinés y de sus gentes, siendo escuchado y obteniendo para el territorio una Diputación propia.

La existencia de Checa puede suponerse muy antigua. En el lugar denominado de «Castil Griegos» hubo sin duda alguna un importante castro celtíbero, como lo confirman los restos de muralla, pequeños fragmentos de cerámica y de hierro labrado entre las ruinas. Por allí asentó posteriormente un campamento, fortín o castro romano, que se ha querido identificar con la ciudad de Cástulo o la mansión de Urbiaca. En otros lugares del término municipal también se han encontrado claros indicios de habitación prehistórica, todavía por estudiar de un modo científico. No es raro que incluso los árabes tuvieran algún punto vigilante en este enclave, pues es de paso hacia más intrincadas sierras pletóricas de metales, bosques y riquezas. Tras la reconquista y repoblación de Sierra Molina, Checa queda incluida en el Fuero molinés y en su Común de Villa y Tierra, y ya como pueblo de importancia es señalado en el testamento de D- Blanca, quien se lo dona a D- Ucenda Resguejera. En el siglo XIV, el rey de Aragón Pedro IV, durante los seis años que fue señor de Molina, dejó a Checa en señorío de D. Juan García de Vera. Después, ya en el siglo XV, alcanzó el título de Villa eximida con jurisdicción propia. Siempre fue rico, y especialmente en el siglo XVII una buena parte de su población se dedicó a la industria extractiva del hierro, y a trabajar en la corta de bosque y gran aserradero de madera, que con ingeniosa técnica hidráulica, había en los alrededores de la villa. Numerosos hidalgos, algunos procedentes del país vasco-navarro, llegaron por entonces al lugar.