Cogolludo, 1810. España sufre en toda su crudeza la Guerra de Independencia. Un pueblo, el español, osa desafiar al más potente ejército de su tiempo: el ejército napoleónico francés. En la desigual lucha, la guerrilla juega un papel vital. Entre todos los guerrilleros destaca uno, El Empecinado, que combate por las tierras de Guadalajara poniendo en jaque al ejército francés, dirigido por su implacable enemigo, el General Hugo.
Cogolludo, centro de operaciones del guerrillero, es escenario de un heroico suceso: El Empecinado, ante la propuesta francesa de unirse a su causa, contesta desde el Palacio de los Duques de Medinaceli en Cogolludo en los siguientes términos: “En vano os fatigáis si pretendéis persuadirme y a mis subalternos y soldados que desistamos de nuestro honroso empeño. Tened entendido que si solo quedara un soldado mío, aún no se habría concluido la guerra; porque todos ellos a imitación de su Jefe han jurado guerra eterna a Napoleón y a sus viles esclavos que le siguen. Si queréis, podéis decir a todos vuestros hermanos, que el Empecinado y sus tropas, morirán en defensa de su Patria porque jamás pueden unirse a unos hombres envilecidos, sin honor, sin fe y sin religión de ninguna clase”
Esta respuesta de El Empecinado, es la voz de la guerrilla, el sentimiento de todo un pueblo, ejemplo del hondo sentimiento patriótico que imperaba entre las gentes de toda situación en la España de 1810, y resume la heroica determinación de sus gentes en la defensa de su nación.
Cogolludo, 2010. Doscientos años después, la villa ducal se engalana para recrear el ambiente de entonces: su monumental Plaza Mayor, presidida por su imponente Palacio Ducal, acoge el Mercado Goyesco, en el que artesanos y mercaderes exhiben sus mercancías, mientras la atmósfera se endulza con los sonidos de las dulzainas de Mirasierra.
Los curiosos que merodean por el mercado, se entretienen observando los variados productos artesanales, las labores del alfarero, o distraen su atención en alguna tasca donde resguardarse a la sombra, mientras escuchan las coplas de los Cantares de Ciego.
La entrada de los lugartenientes de El Empecinado repartiendo panes entre las gentes de Cogolludo, y las Migas, que hacen las delicias de todos los presentes, permiten reponer fuerzas para lo que se avecina.
Los Danzantes llegados de Galve de Sorbe, recuerdan que estamos en un día de fiesta, cuando se produce la entrada de El Empecinado al frente de su partida en la villa. La recreación del intercambio de cartas, doscientos años después, nos pone en antecedentes de la contundente respuesta del General francés Hugo, acantonado en Humanes: inmediatamente parte hacia Cogolludo al frente de sus huestes.
El espectacular redoble de los Tambores y Cornetas de “El Buen Camino”, espolea a los vecinos de Cogolludo a prepararse a lo inminente: la llegada del ejército francés. A la noche, el cañoneo anuncia la entrada del ejército invasor en Cogolludo, barriendo toda resistencia y dinamitando sus murallas y el castillo, refugio de El Empecinado. Pronto el humo y la destrucción se apodera de la villa…
Cogolludo, 200 años después, la Historia continúa… ¿Esperarás tú otros 200?
Más información: www. librealbedrio. org
Contacto: info@librealbedrio. org
Cogolludo, centro de operaciones del guerrillero, es escenario de un heroico suceso: El Empecinado, ante la propuesta francesa de unirse a su causa, contesta desde el Palacio de los Duques de Medinaceli en Cogolludo en los siguientes términos: “En vano os fatigáis si pretendéis persuadirme y a mis subalternos y soldados que desistamos de nuestro honroso empeño. Tened entendido que si solo quedara un soldado mío, aún no se habría concluido la guerra; porque todos ellos a imitación de su Jefe han jurado guerra eterna a Napoleón y a sus viles esclavos que le siguen. Si queréis, podéis decir a todos vuestros hermanos, que el Empecinado y sus tropas, morirán en defensa de su Patria porque jamás pueden unirse a unos hombres envilecidos, sin honor, sin fe y sin religión de ninguna clase”
Esta respuesta de El Empecinado, es la voz de la guerrilla, el sentimiento de todo un pueblo, ejemplo del hondo sentimiento patriótico que imperaba entre las gentes de toda situación en la España de 1810, y resume la heroica determinación de sus gentes en la defensa de su nación.
Cogolludo, 2010. Doscientos años después, la villa ducal se engalana para recrear el ambiente de entonces: su monumental Plaza Mayor, presidida por su imponente Palacio Ducal, acoge el Mercado Goyesco, en el que artesanos y mercaderes exhiben sus mercancías, mientras la atmósfera se endulza con los sonidos de las dulzainas de Mirasierra.
Los curiosos que merodean por el mercado, se entretienen observando los variados productos artesanales, las labores del alfarero, o distraen su atención en alguna tasca donde resguardarse a la sombra, mientras escuchan las coplas de los Cantares de Ciego.
La entrada de los lugartenientes de El Empecinado repartiendo panes entre las gentes de Cogolludo, y las Migas, que hacen las delicias de todos los presentes, permiten reponer fuerzas para lo que se avecina.
Los Danzantes llegados de Galve de Sorbe, recuerdan que estamos en un día de fiesta, cuando se produce la entrada de El Empecinado al frente de su partida en la villa. La recreación del intercambio de cartas, doscientos años después, nos pone en antecedentes de la contundente respuesta del General francés Hugo, acantonado en Humanes: inmediatamente parte hacia Cogolludo al frente de sus huestes.
El espectacular redoble de los Tambores y Cornetas de “El Buen Camino”, espolea a los vecinos de Cogolludo a prepararse a lo inminente: la llegada del ejército francés. A la noche, el cañoneo anuncia la entrada del ejército invasor en Cogolludo, barriendo toda resistencia y dinamitando sus murallas y el castillo, refugio de El Empecinado. Pronto el humo y la destrucción se apodera de la villa…
Cogolludo, 200 años después, la Historia continúa… ¿Esperarás tú otros 200?
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