Siguiendo las calles empinadas o cuestas que salen de la plaza llegamos a las ruinas de la Iglesia de San Pedro. Los hidalgos de Hita que en el siglo XVI sumaban todavía un centenar instalaron sus sepulcros en este templo. La mayoría de las lapidas sepulcrales (siglos XV, XVI y XVII) fueron trasladadas a la Iglesia de San Juan pero frente al altar podemos ver aún la de Fernando de Mendoza, alcaide de la fortaleza de Hita en el siglo XV.
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