De la peña rodaera guardo recuerdos muy dulces, uno de ellos es ver para mí a la abuela más bonita del mundo cardando lana y a sus encantadoras vecinas, unas haciendo calcetines, otras hilando, otras cosiendo etc. Los que entonces éramos unos críos saltábamos y jugábamos y eramos tan
felices como verdaderos cabritillos retozones. ¡aupa Mari Luz! saludos.