De su nombre, que viene a ser definidor de un monte hernando, se concluye importancia vigilante. Así, ya desde el siglo XII, la Orden militar de Santiago obtuvo este lugar para su cuido y dominio, creando incluso una encomienda que abarcaba los lugares de Robledillo, Razbona, Humanes, Peñahora y Cerezo.
En Mohernando estaba la casa y cabeza de la institución, y la residencia del comendador santiaguista. En 1350 el arzobispo toledano don Gil Carrillo de Albornoz usurpó este lugar, donándoselo a su hermano Alvar García, pero el rey Pedro y le ordenó restituirlo a la Orden de Santiago, como así lo hizo.
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En Mohernando estaba la casa y cabeza de la institución, y la residencia del comendador santiaguista. En 1350 el arzobispo toledano don Gil Carrillo de Albornoz usurpó este lugar, donándoselo a su hermano Alvar García, pero el rey Pedro y le ordenó restituirlo a la Orden de Santiago, como así lo hizo.
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