Otra perspectiva de la
Calle de las
Tiendas con anuncio comercial.
Callejeando por
Molina de Aragón
Molina de Aragón se descubre andando, perdiéndose por su callejero poseído por las estrecheces de muchas
casas antiguas con entramados de madera. Por esa
judería vieja que se abraza con las antiguas
murallas. Y, sobre todo, por la morería en la que se conserva un buen número de casas típicas molinesas que no han sucumbido al derrumbe.
Callejando por Molina es como se llega a los Judíos, Calle Abajo, Quemadales y muchas otras
vías en las que tus pasos te persiguen. De día, pero también de
noche, sin importar el frío bajo cero de sus muchos jornadas de
invierno, Molina de Aragón se convierte en todo un placer viendo sus tenues luces y el pasar incesante de gatos de una
ventana a otra, o por esas
escaleras vacías que no llevan a ninguna parte.